Un árbitro se tropezó en el camino del Valencia a la final de Turín. Primero dio como bueno el primer gol de Sevilla pese a un clamoroso fuera de juego y al final mostró una amarilla inexistente a Alcácer que pone muy difícil que juegue en Mestalla, pese al recurso anunciado por el club. Una adversidad que da ventaja al Sevilla para la vuelta y que deja muy tocado al equipo de Pizzi, que tendrá que sacar todos sus recursos psicológicos para animar a una plantilla a la que le toca remontar el próximo jueves para estar en la final soñada.

El Valencia se complicó el partido en tres minutos y pudo empatarlo en uno al final, con una extraordinaria oportunidad de Jonas que chutó a bocajarro desde el área pequeña, pero paró Beto y un posterior cabezazo de Vargas que repelió el larguero. Por si el infortunio de fallar dos ocasiones era poco, encima el árbitro mostró a Alcácer una amarilla inexistente, provocada por una magnífica actuación teatral del portero del Sevilla. Sólo faltaba que Iborra hubiera marcado en la última jugada del partido.

Con dos goles de ventaja saldrá el Sevilla en Mestalla, eso es inamovible. El primero en fuera de juego de Mbia que descentró a los de Pizzi cuando mejor jugaban, y por eso en la siguiente jugada del Sevilla recibieron el segundo en un despiste defensivo al que contribuyó la velocidad de Bacca.

La vuelta será decisiva, como se preveía, pero con la diferencia que el conjunto de Emery no es el Basilea. El entrenador argentino deberá afinar más la maquinaria para impedir que Rakitic saque su repertorio. Por las botas del croata con acento de Triana pasa todo el fútbol del Sevilla y anoche estuvo muy suelto.

El Valencia no mereció tanto castigo, pues salió muy bien y durante la media hora dominó a su rival con solvencia. Pero ese gol que nunca debió subir al marcador, y que incluso tardó en dar por bueno el colegiado eslovaco Damir Skomina, cambió todos los planes y desde entonces la reacción se frustró hasta los últimos minutos del duelo. Se fue al descanso muy tocado con los dos tantos en contra, y se esperaba una salida en la segunda parte más agresiva para buscar la portería de Beto con el propósito de conseguir un tanto, pero arrastró la pena de ese injusto gol ilegal hasta el pitido final. Parejo ya no fue el mismo que marcaba el ritmo y el equilibro al principio, y Keita que siguió de todoterreno pero con algo menos gasolina. Si los que habían sustentado el equipo era imposible sacar petróleo de un duelo muy bronco.

Pizzi sacó a Piatti que tenía muy fácil hacer algo más que Fede, que se pasa más tiempo en el suelo que de pie, pero ni esa baza le funcionó, pese a que el argentino buscó el peligro tanto fuera como dentro del área. Luego tanteó el olfato de Jonas, pero tampoco. Mientras tanto, el Sevilla serenó el partido para buscar las contra de Gameiro que entró por Bacca, pero Mathieu nunca se funde, igual que su compañero de baile anoche, Javi Fuego. Nada se les puede reprochar, igual que Bernat, sustituido en el descanso por un golpe en el muslo izquierdo por Gayà, o a Pereira.

Pero Emery había dispuesto muy bien a sus futbolistas y además de Rakitic, Vitolo y Bacca se entiende a la perfección, su pareja de centrales es muy contundente y M´Bia y Carriço decisivos en la medular. Además del árbitro, el factor decisivo de la ventaja del Sevilla está en la asociación de sus líneas. Pizzi en cambio sigue con mucho espacio cuando Parejo recae. Esa será una de las claves de la vuelta, además de mantener al grupo cohesionado, porque antes visita Mestalla el Atlético de Simeone, sin duda una prueba de calibre para poner en marcha la operación remontada.