­Serhiy Lishchuk (Rivne, Ucrania, 1982) cerró la temporada con lágrimas tras un año «muy difícil» en el plano personal y en el profesional. En ese gesto espontáneo tras la canasta de Huertas que significaba la eliminación en semifinales del Valencia Basket a manos del Barça, se escondía la impotencia por las continúas lesiones y la intuición de que un ciclo tocaba a su fin. Cuando todo le situaba fuera de la órbita del VBC 2014-15 „ el club ni siquiera le incluyó en el derecho de tanteo„, su nombre empezó a ganar enteros para la renovación. El fichaje de Luke Harangody, un ala-pívot con un juego muy intenso, y la recuperación de un Bojan Dubljevic que va cumpliendo los plazos tras operarse del hombro izquierdo, abrieron el camino al pívot ucraniano. Desde que aterrizara en la Fonteta, en el verano de 2009, el jugador ucraniano se reveló como un hombre implicado, luchador e integrado en el club y la ciudad, aunque los problemas musculares han supuesto un auténtico quebradero de cabeza para él. Ahí radica la gran duda de los técnicos, no en su calidad, sobradamente contrastada.

Aunque el Budivelnyk Kiev mostró hace unas semanas su interés por Lishchuk, a nadie se le escapa que la complicada situación de su país no invita al regreso. Nunca ha ocultado tampoco el jugador que se siente muy a gusto en Valencia, donde nació su hija Anastasia, hace tres años. Sin duda, esta ha sido su campaña más irregular en su etapa en el club valenciano. Sólo ha disputado quince partidos de liga regular y ocho de «play-off». Su año más completo fue el de la primera Eurocup, donde llegó a jugar 32 encuentros sin contar los dos de eliminatorias por el título, por los 29 de 2009, 30 de 2011 y los 26 de hace dos temporadas.

Intención de retenerlo

Según fuentes del club, la renovación ni siquiera se ha planteado formalmente aunque fue Paco Raga, consejero delegado, quien dejó caer que se iba a tratar de retener al jugador. Los próximos días, cuando el jugador regrese de su país, serán decisivos. A nadie se le escapa que aunque la oferta no vaya a ser muy elevada, la intención de Lishchuk no es otra que la de permanecer en Valencia, donde se siente como «un valenciano más» tal como ha expresado en varias ocasiones.

Un exterior tirador y versátil

La dirección deportiva, mientras, continúa peinando el mercado en busca de un «cinco» interesante, con la ventaja añadida de que ha cumplido con los nuevos cupos que ha de aplicar la Liga Endesa y que estipulan tres nacionales en plantillas de once y cuatro en las de doce. Con Rafa Martínez, Pau Ribas, Pablo Aguilar y la incorporación de Guillem Vives la semana pasada, ese escollo está salvado. De ahí que ahora el VBC ya no tenga limitaciones a la hora de contratar. El otro frente abierto es el del exterior, donde se busca un hombre tirador y versátil.