El legendario Eusebio confesaba una tarde en Pelayo que los mejores espectáculos de pelota valenciana se habían ofrecido en el Eder Jai de Benidorm, adaptando el frontón de 52 metros al juego a largo. De hecho, tras el fracaso inicial de la cesta punta el gerente de Benidorm, el vasco José Luis Bericiartua, optó por pelotaris de trinquet valenciano. Colocó una cuerda central y reinventó la modalidad de «rebot». La ausencia de la cuarta pared posibilita un perfecto seguimiento del juego. Esa misma especialidad se había jugado en el Deportivo de Bilbao con mucha aceptación. Ahor el Eder Jai, nacido con todas las ilusiones para convertirlo en una referencia mundial de la cesta punta, acabó en manos de los Testigos de Jehovà.