La presencia de Rafa Benítez en el banquillo del Real Madrid es una historia escrita de antemano. Lo que no estaba claro es cuándo iba a materializarse. Todos los indicadores anuncian que será a partir de la próxima pretemporada. Ayer ya corrió en todas sus variables: desde que el puesto ya lo tiene adjudicado a que es, simplemente, el mejor posicionado para sustituir a Carlo Ancelotti. Ayer, fuentes oficiales que citaban al interior del vestuario blanco reconocían que la plantilla ya sabía que el entrenador madrileño es el elegido por Florentino Pérez, previa decapitación, aún no oficial, del italiano. La defensa realizada por los pesos pesados de la plantilla no ha sido suficiente para salvar al hombre tranquilo.

Se sabía que Benítez, hombre que empezó a crecer como entrenador en la casa blanca, volvería un día de estos. Sobre todo, teniendo en cuenta que, a pesar de su irregular trayectoria en los últimos años, no ha dejado de tener gran cartel en el concierto internacional. Un camino que empezó en el Valencia CF, donde dio el salto de técnico del montón (Extremadura, Osasuna, Tenerife...) a primera figura internacional. Lo que separa el «¿Quién es ese?» del dos veces campeón de liga y una de UEFA en Mestalla.

Tras su abrupta salida del Valencia, la historia no está desmemoriada: gran éxito con el Liverpool y su Champions imposible, (remontó en la final el 3-0 del Milan), subcampeonato dos años después y riña con los nuevos dueños. Decepción en el Inter (su Mundial de clubes fue una risa ante un rival coreano y otro congoleño); medio éxito en el Chelsea, con otra UEFA a sus vitrinas pero sin llegar al nivel actual, y sólo correcto en el revitalizado Nápoles, con una Copa doméstica como mejor bagaje.

¿Rotaciones con Cristiano?

Benítez es, en muchos sentidos (técnicos, tácticos y de carácter), la antítesis de Ancelotti, dentro de los particulares bandazos de la casa blanca, donde hoy está Carletto, ayer Mourinho o al otro día Pellegrini o Queiroz. Y no es un tipo fácil. No rehuye la polémica y el enfrentamiento con los superiores. Su mayor reto será seguir manteniendo la cohesión del, posiblemente, vestuario más complicado del mundo. Sobre todo, si mete a Cristiano Ronaldo en sus célebres «rotaciones». En el mejor de los casos, les quedan doce meses de aguantarse.