Al final, la declaración de intenciones se mostró en la pista. En el deporte estamos acostumbrados a leer o escuchar frases motivadoras en las previas que luego no se cumplen. Ayer sí fue el día. Fue en el mejor momento. Ni el famoso efecto Miribilla afectó a los valencianos que con confianza, buen hacer y espíritu minaron la moral de un Bilbao que queda tocado.

Valencia Basket firmó un partido sobrio y completo. Salvo el lapsus del tercer cuarto, donde una «pájara» puso el partido cuesta arriba, los taronja tuvieron el temple para levantarse y poco a poco imponer su ritmo y todo sea dicho, mayor calidad. Cada jugador apareció en su momento. Fue una victoria del bloque. Van Rossom lideró al equipo en la primera parte, después Sato o Pau Ribas pusieron la templanza. Vives desatascó al equipo en un momento completo, mientras que Nedovic, Dubljevic o Aguilar realizaron el trabajo sucio.

Carles Duran dio un paso más en su maduración como entrenador. Ayer sí, le ganó la partida a un gran preparador como Sito Alonso y demostró que también puede estar preparado para grandes citas.