­Poco antes de comenzar su semifinal frente a Puchol II y Raúl, Quico Soro, tres veces consecutivas campeón individual, se dirigía a Enrique Mingacho, patrocinador de su equipo en el Trofeo Moscatel: «¡Gràcies per confiar en mí. Vull guanyar!» le dijo. Eran las palabras de un pelotari soberbio, con alma herida, cargado de dudas, de preguntas que le atenazaban tarde y tarde desde hace meses.

Tanto, que llegó a explotar para preguntarse públicamente si valía la pena ser campeón individual. Aquellas palabras las decía un campeón que reclama justicia, que exige respeto a los que hacen posible, cada tarde, que este hermoso deporte, en su expresión sublime de la «Escala i Corda», siga vivo desde que el Nel, hace más de un siglo decidiera meter la cuerda central en los trinquetes.

Hay quien dice que aquellas declaraciones en televisión local y en Levante-EMV tuvieron una inmediata respuesta exigiendo explicaciones convincentes. No es fácil adentrarse en las interioridades de un mundo que exige fidelidad exclusiva a la imagen de unidad sin fisuras. Hablar libremente tiene consecuencias.

El caso es que Quico Soro llegó a Godelleta, un pueblo señero, emblemático por su larga historia a favor de este deporte, creador del Open de Galotxa en tiempos en que los pelotaris profesionales decidían sobre su agenda; el pueblo cuyo club consolidó el torneo más prestigioso del verano, entre otras cosas porque pagaba el doble que en ningún otro lugar, dispuesto a dejar constancia de que quiere seguir siendo campeón. «¡Gràcies per confiar en mi!», era la frase que salió del corazón de Quico, cuando en la grada sus padres y su tío Manolo hacían fuerza en cada golpe para salir de ese pozo oscuro en el que el chaval parecía ahogarse.

Y vimos restar los obuses de Puchol II con la pasmosa facilidad de siempre; vimos entrar de «manró» al aire con seguridad y confianza en superar la posición del rival. Le vimos apretar los dientes y los puños. Vimos sus miradas a los fieles amigos que en la grada hacían fuerza para ayudarle a ganar. Y le vimos hablar con Santi para animarle en sus acciones.

Y le vimos abrazado a su compañero cuando el 70-65 que despejaba el camino para proclamarse campeón del torneo más señorial del verano. Había derrotado en una soberbia exhibición, conquistando el corazón de los aficionados a la pareja favorita.

La entendida afición de Godelleta quería que ganara su ídolo local pero reconoció en Soro al pelotari merecedor del premio «Vicente Caballero» al mejor pelotari del torneo.

La final ante Pere Roc no podía arruinar el éxito frente a Puchol II. La dominó con soltura: 70-50. Y Soro, el nieto del Tio Pena, el sobrino de Batiste, uno de los rivales más sólidos de Rovellet, apretó las manos de su patrocinador cuando recibió el trofeo: «Gràcies per confiar en mí. Ja veu vosté com hem complit». Este es el digno campeón de los trinquetes valencianos.