El Mundial de Atletismo de Pekín arrancó anoche el maratón masculino y las primeras series clasificatorias. Es una cita cargada de alicientes. En el plano internacional, la cita llega marcada por el descubrimiento de nuevos casos de dopaje, incluyendo unas detecciones masivas en atletas ya retirados, cuyos nombres aún no han trascendido. En la pista, Usain Bolt regresa tras dos años al ralentí y lo hará midiéndose al mejor Justin Gatlin, quien está haciendo sus mejores tiempos tras pasar cuatro años sancionado. Junto a ellos, se espera con gran interés al gran genio de los 800 metros, el keniano David Rudisha, que llega lejos del nivel con el que asombró en los juegos de Londres. Pero nada como los dos 1.500 por la presencia de Asbel Kiprop y Turinesh Dibaba, ambos en el mejor momento de sus carreras. El keniano acaricia el récord del mundo y la etíope lo batió recientemente, eliminando del listado a la sospechosa china Yunxia Qu, que llevaba ahí un cuarto de siglo.

España están en proceso de readaptación. Ahora ya es muy difícil lograr medallas en las carreras. La caída de no pocas figuras por las acusaciones de dopaje han girado la atención hacia las especialidades de salto y lanzamiento, así como la sempiterna marcha. No han cambiado mucho las cosas desde el Mundial de 2013: Ruth Beitia en altura y Miguel Ángel López en marcha son las mejores bazas para lograr alguna medalla. Ahora, el éxito del atletismo español no se mide por los metales, sino por el número de finalistas que logren.

La Comunitat Valenciana, ausente Eusebio Cáceres „su mejor versión habría sido candidato también a medalla„, empezarán a participar a partir del miércoles con la intención de alcanzar alguna plaza de finalista en el mejor de los casos. Ellos son Pablo Torrijos, Mar Jover, Jorge Ureña y Josephine Onyia.