El futbolista del Barcelona y de la selección española Gerard Piqué se metió en una nueva polémica el sábado por la noche, en pleno debate sobre los pitos que recibió por aficionados de Oviedo durante el España-Eslovaquia (2-0) que finalizó horas antes. Después que sus compañeros y el entrenador, Vicente del Bosque, calificaran de «lamentable» los abucheos, el defensa se fue a una discoteca de Gijón y no salió de ella hasta las seis de la mañana.

Al menos un aficionado gritó «borracho» al central catalán. Unos vídeos de la salida de la discoteca Cabaré corrieron ayer como la pólvora por las redes sociales. En ellos se ve cómo dos furgonetas, con numeroso personal de seguridad supuestamente de la Real Federación Española de Fútbol, van a recoger al futbolista del Barcelona a la salida del local.

Piqué se encuentra concentrado en Asturias con el resto del combinado nacional español y ayer por la mañana entrenó con el resto del grupo.

La felicidad por asaltar el liderato y vengar la derrota de Eslovaquia, recuperando sensaciones perdidas en el nivel de juego, no fue plena en el Carlos Tartiere por la aparición nuevamente de silbidos contra Gerard Piqué, un problema de difícil solución que no entiende ningún integrante de la Roja. Nadie esperaba que se repitiera lo vivido en León en el que hasta el de Oviedo era el último encuentro de la Roja en suelo español. En aquel momento Piqué fue señalado desde que aterrizó la expedición, a la llegada al hotel, en el entrenamiento de la víspera y en el partido. Nada de eso ocurrió en Oviedo hasta que no arrancó el decisivo duelo ante Eslovaquia.

Sus ideas políticas, su gusto por estar en las polémicas contra el Real Madrid, el trasfondo de la independencia de Catalunya o una moda pasajera. Nadie sabe la razón exacta por la que la afición española señala a Piqué, que sigue sin dudar en acudir a las llamadas de Vicente del Bosque y que sobre el campo fue uno de los mejores.