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Raso y junto al palo

Jaume, otro gran portero castellonense

Jaume, otro gran portero castellonense

Jaume Doménech es el último eslabón de una gran y brillante cadena de guardametas nacidos en la provincia de Castellón. Almenara tuvo hace años un portero, Balanzá, que triunfó en el Villarreal pero no llegó a Primera. El antecedente provincial, ilustre y antiguo, fue Alanga, titular en el Club Deportivo Castellón y que fue el primero en formar en la alineación titular de la Selección Regional. De entonces acá los nombres de castellonenses en equipos de primer orden han sido muchos. El gran superviviente, afortunadamente, es el nulense Antonio Pérez.

Ramón Nebot (Vila-real) pasó por el Club Deportivo Villarreal y Castellón. Su gran salto fue al Real Madrid, equipo en el que precedió a Ricardo Zamora. Tal circunstancia le obligó a regresar a casa. Formó en el Valencia y Castellón. Los últimos años como futbolista mostró condiciones extraordinarias como delantero centro. Durante la Guerra Civil fue soldado de Transmisiones de la República y en la batalla de Teruel fue hecho prisionero. Cuando lo llevaron a un oscuro barracón, el oficial franquista ante el que compareció resultó ser el novio de su amiga María Luisa Ferrer Ripollés, villarrealense. Le cambiaron el uniforme y acabó la guerra como vencedor.

El segundo cancerbero que desde La Plana saltó al Real Madrid fue Gonzalo Marzá Trielles, quien formó parte del Club Deportivo Villarreal, (camiseta blanca y calzón negro) equipo que en 1936, jugó contra el Cartagena el ascenso a Segunda División y lo perdió. Desparecido el Club Deportivo villarrealense Marzá pasó al Madrid y finalmente llegó al Celta de Vigo donde hizo prácticamente toda su carrera.

La segunda gran figura fue Antonio Pérez. Formó parte de la «Quinta el Biberón» de la República. En la Batalla del Ebro cuando cruzó el río en retirada hacia Cataluña lo hizo con un machete en la boca porque no quería que nadie se le colgara. Pocos sabían nadar. Los que lo hacían se encontraban con más de uno que se le agarraba y acaban ahogándose todos.

Antonio decidió acabar la guerra y se escondía durante el día y caminaba por la noche. De este modo llegó a Francia y fue a parar a un campo de concentración. Pasó hambre hasta que un cocinero homosexual dio algún plato de lentejas a los guapos del encierro. Montaron un partido con los presos y un equipo de la ciudad francesa más cercana y le dieron de comer una semana para que pudiera llegar en forma.

Pérez regresó y al poco tiempo fichó por el Castellón. Lo contrató después el Atlético de Madrid (entonces de Aviación) y allí sentó plaza de buen comedor. El hambre padecida en el campo de concentración le impulsó a tener doble ración en la pensión donde residía. Le daban por lo tanto lo que correspondía a dos comensales. En el Estadio Metropolitano tuvo grandes actuaciones y algún error que Alfonso Aparicio lo achacó a que tenía los ojos llenos de migas de pan.

Antonio ingresó en el Valencia y diputó la titularidad con Ignacio Eizaguirre. Fue curiosa la actitud en partido de Copa (6-3, pero eliminados) con el Athletic de Bilbao. Quedó lesionado en una jugada y cuando Eizaguirre ya se preparaba para sustituirle dio un salto y se negó al cambio. Acabó el encuentro. De la generación posterior fue Higinio, quien desde el Castellón emigró al Zaragoza donde tuvo destacadas actuaciones. En club del Sequiol y Castalia contó con el guardameta de Ribesalbes, Pepe Bachero, que saltó a la camiseta albinegra desde la amarilla del Club Atlético Foghetecaz Villarreal, padre del actual Villarreal Club de Fútbol.

Fue también cancerbero distinguido José Manuel Pesudo (Almassora). Fue figura durante varios años, especialmente en los primeros años sesenta en que se pidió a Escartín que lo seleccionara para el Mundial de Chile. El Barcelona lo quiso adquirir y el Valencia aceptó el traspaso. En el club catalán tuvo que esforzarse para ser titular y lo logró. Ganó títulos con el equipo azulgrana y, posteriormente, regresó a Mestalla. El Madrid tuvo problemas con la portería y el Valencia ofreció cedido a Pesudo, que ya no era titular, pero tenía aún gran prestigio. El club madrileño renunció, inesperada e injustamente, al excusarse en una lesión que no padecía. Después jugó en el Betis. Murió joven.

Castellonenses fueron otros guardametas que adquirieron cierta notoriedad. Antonio Ramírez también dio el salto al Valencia desde el club de la capital de La Plana. No acabó de cuajar como titular, pero su calidad fue innegable. También tuvo que cambiar de aires, Pepe Goterris. Fue igualmente viajero de Castellón a Valencia, pero en este caso su destino fue el Levante UD.

En Primera y Segunda División, Ximo Ortiz pasó del Castellón al Córdoba. Allí se radicó y allí vivió hasta hace un par de años en que falleció.

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