El fútbol valenciano vivió este fin de semana la puesta en marcha de las categorías amateur que faltaban. El penúltimo y el último peldaño del escalafón, la Primera y Segunda Regional, iniciaron su competición.

Esta última supone el fondo del pozo del fútbol valenciano y, a la vez, su ancha base de sustentación. Es la categoría de aficionados por definición, con sus defectos y sus virtudes. A partir de ahora, miles de futbolistas de distinto nivel técnico recorrerán las carreteras de sus respectivas comarcas para disputar encuentros en los que la única recompensa será tratar de ascender de categoría, sin la presión de descenso porque, por debajo, ya no hay nada.

Esta categoría está formada por varios grandes grupos de equipos. Están los que representan a las poblaciones. Normalmente, villas de pequeño tamaño. También las hay de pueblos grandes o incluso, ocasionalmente, hay equipos que, en buena lógica, «no deberían estar ahí», que son las refundaciones de clubes más poderosos que, por distintas razones, han desaparecido.

También es abundante la presencia de filiales de equipos de Preferente o Primera Regional. Son, normalmente, los jugadores que han acabado la edad juvenil y que no tienen nivel para estar en el primer equipo. Enlazado con este último concepto están los amateurs de las escuelas de fútbol. También hay aquí escisiones de otros clubes y «grupos de amigos», gente del fútbol que deciden formar su equipo, sin estructura de club, al más puro estilo equipo de falla o de empresa.

Cada año hay una determinada cantidad de estos equipos que se disuelven, pero también los hay que se estrenan. Tanto como equipos de nueva creación como reapariciones. Esta temporada son 28 los nuevos en la categoría, de uno a otro extremo de la Comunitat Valenciana, que iniciaron ayer su andadura con, como es fácil imaginar, distinta suerte.

Destaca la presencia de nombres que «suenan» por ser escuelas de fútbol. Los que se leen habitualmente en las páginas de fútbol base y que, a veces sí, a veces no, completan la pirámide con un equipo amateur, también de pago o incluso de autogestión. Jubelama, Ciutat de València, Zafranar, Deportes Júcar o Colegio Alemán son algunos de los ejemplos. También los hay representando a una población. Son casos como el del Carlet EMF. La lógica dice que los jugadores de nivel deberían nutrir al equipo de la ciudad, el AC Carlet de Primera Regional, pero entre dar una salida y una aparente falta de entendimiento, este año habrá dos «Carlets» para mayores. El director deportivo del EMF reconoce que «estamos viendo de hacer una filiación, pero de momento, este año vamos con nuestra denominación. Hacía falta un equipo por una necesidad de escuela. Hay que darle salida a los chavales que quieren seguir jugando».

Que haya muchos equipos en una gran ciudad entra dentro de lo lógico. Sorprende más que en poblaciones de tipo medio los equipos crezcan como champiñones, sobre todo cuando ya hay más de un club en la misma. Por eso llama la atención la presencia de equipos nuevos en Massamagrell (Júpiter), Manises (Sporting) o Paiporta (Palleter). También Orihuela estrena un nuevo equipo en una ciudad donde las creaciones, desapariciones y refundaciones son una constante.

Ayer, Benifairó; hoy, Quart

Hay poblaciones en las que no había desde hacía años y ahora se consigue reconstruir una estructura. Si la pasada temporada se volvía a crear un equipo en Benifairó de les Valls, ahora se estrena un equipo en Quart de les Valls, a tiro de piedra. Lo mismo sucede en la Font de la Figuera, que llevaba bastantes años sin fútbol-11.

O en Vilanova d'Alcolea, donde una de las primeras labores ha sido reacondicionar el campo «y quitarle la grama. Había que dejar “La Llacuneta” en condiciones». Aquí es al revés: el pueblo es muy pequeño y no hay escuela de fútbol más allá de las patadas que se dan al balón en el patio de recreo. «Pero nos reunimos un grupo de amigos. Hacía nueve años que no teníamos equipo. Aquí hay club de atletismo de montaña, pero el fútbol se había dejado ir». Dani Pastor ejerce de directivo y está contento de que «algunas empresas nos han ayudado a sufragar los gastos. Luego habrá que tirar de loterías y esperar que la gente del pueblo se involucre y venga a vernos. La práctica totalidad somos del pueblo. En el partido de pretemporada que jugamos en casa tuvimos bastante gente. Se nota que había ganas».

Hay nuevos equipos que lo que hacen es recuperar denominaciones antiguas. Por eso este año reaparece el histórico Atlético Jonense, denominación que adopta el que había sido hasta ahora New Team La Vila. De, obviamente, la Vila Joiosa. También llama la atención la aparición de un Plaza de Argel masculino, años después de que el femenino esté en danza y además en la categoría de plata del fútbol español. El Oranje es de inspiración holandesa en el Albir, pero los jugadores son españoles.

El regreso de Canet

Hay casos en los que un equipo vuelve rápidamente. Es el caso del amateur del Canet. Resultaba raro que una población como ésta no tuviera un equipo de fútbol adulto, pero hace dos temporadas se disolvió porque, según el presidente Juan Sabater, «hubo mucha informalidad. Había veces que te encontrabas con cinco o seis en un entrenamiento». Estaban en Primera Regional, pero descendió a Segunda. Ni eso: el equipo fue borrado. Ahora vuelven «tratando de partir con la lección aprendida. Y la verdad es que se nota otro talante. Hay unas normas de disciplina y el experimento parece que está resultando bastante bien».