El Joc de Pilota nació en las calles y plazas donde las gentes sencillas lo convirtieron en el entretenimiento más multitudinario. Seguramente por eso fue reiteradamente prohibido en órdenes municipales, que casi nunca surtieron efecto. La nobleza jugaba encerrada en recintos que hemos convenido en denominar «trinquets».

En Valencia se celebra el Dia de la Pilota para conmemorar la derogación simbólica de una prohibición efectuada por el «consell de la ciutat» el 14 de junio de 1391. La orden era taxativa: se pagarían 20 morabatines de oro que en caso de no poseerse se sustituirían por la cárcel y un paseo por la ciudad, debidamente azotado. Se armó un considerable revuelo impulsado por un jugador, Tomás, probablemente el primero que aparece en el listado histórico de pelotaris valencianos. Acabó paseado y azotado aunque entre una revuelta general que llegó a oídos del rey Juan I, el Amador de la Gentileza. Se siguió jugando y siguieron nuevas prohibiciones , como la del 26 de agosto de 1412.

Otra debidamente argumentada fue publicada el 28 de septiembre de 1741€ De nada sirvieron. De hecho el Joc de Pilota congregaba multitudes en los desafíos anunciados en la prensa del XIX, de entre los que destacan aquel de Benifaió de 1849 que enfrentó a los del norte contra los del sur del Xúquer y otros jugados en Ondara, como el de 1880. La «pilota al carrer» fue juego de masas hasta bien entrado el siglo XX. Pelotaris como Llanera, Pavia de Villalonga, El Mestret de Massalfassar, Carabinero de Calp, Patilla de Alaquàs, El Ripo€ gozaron de enorme popularidad.

La Guerra Civil supuso un antes y un después pero fue en los años cincuenta y sesenta, especialmente en estos últimos cuando decayó de una manera inexorable, hasta convertirse en un recuerdo de los más viejos. Sólo de manera esporádica se organizaban partidas. Alfara del Patriarca, Godelleta, Montserrat, Murla, Orba, Sella Borbotó, fueron refugios de lo más destacado en los años del desarrollismo, de los automóviles ocupando las calles, de la presencia arrolladora del fútbol€

La «pilota al carrer» estaba condenada a desaparecer. Y así hubiera sido sin la recuperación de la autonomía, de la creación de una Federación de Pilota Valenciana y sin los campeonatos de clubes€ en todas las modalidades vivas, especialmente en Galotxa, Llargues y Raspall, pues ese fue el orden de su creación. Después muchos clubes optaron por canchas específicas que asemejaran a las calles de las que procedían; otros se refugiaron en trinquetes clásicos. Las dificultades e inconvenientes de jugar en las calles, especialmente por las molestias a los vecinos, y por la imposibilidad de la promoción diaria arrinconaron la «pilota al carrer» a algo esporádico, excepcional.

Hoy, es en la Lliga de Llargues de Alacant donde encontramos su expresión más genuina, así como en la competición de «perxa». En la «galotxa» apenas quedan poblaciones siendo la más destacada la de Quart de les Valls; casi todos juegan en canchas o trinquetes, algo parecido a lo que ocurre en el «raspall». Pueblos como Sella, El Campello, Parcent, destacan por su fidelidad. Algunos compatibilizan calles y trinquet, como Murla. Son los últimos refugios del Joc de Carrer.