En pleno primero de noviembre, festividad de Todos los Santos, el trinquet de Pelayo, la «catedral» de la pilota, resucita de entre los muertos para reabrir sus puertas esta mañana (11.30 h.). Lo hará con una partida que promete emociones fuertes, un mano a mano entre Soro III y Puchol II que decidirá el campeón de la XXX edición del Trofeu Individual Bankia d'Escala i Corda - Trofeu President de la Generalitat. Este título, el más prestigioso de la modalidad, sólo ha conocido a siete campeones en sus 30 años de existencia, en los que se han visto finales épicas que han regalado a los aficionados puntos eternos.

A un lado del trinquet, Soro III (Massamagrell, 1984) aspira a revalidar el triunfo del año pasado, ante Fageca en Moncada, y sumar su cuarto campeonato consecutivo. Vestirá de rojo, aunque asegura que no piensa demasiado en si es favorito o no. «Al final manda la pelota. No me fijo en favoritismos, hay que estar en medio del trinquet y jugar», explica el pilotari, tranquilo antes de la final.

Sobre su rival, con el que se ha enfrentado varias veces e incluso ha compartido entrenamientos, Soro III destaca su «gran momento de forma». «Viene de hacer una grandísima temporada, con una mejoría enorme. Es muy joven y llega con mucha ilusión», subraya. De hecho, añade que una de las claves de la partida puede estar en los primeros juegos. «El inicio será complicado, habrá que frenar su ímpetu», concluye.

Al otro lado de la «corda», Puchol II (Vinalesa, 1991) espera levantar por primera vez el trofeo, pero sabe que no será sencillo. «Es mi primera final, una partida que tenía en la mente desde que era pequeño», señala el joven, satisfecho con su recta final de temporada tras recuperarse de una lesión en el hombro.

Puchol II, que no esconde que Soro III tiene más experiencia en estas lides, sí remarca que en una final «los dos empezamos de cero». «Nos conocemos bien y sabemos cómo jugamos», remata el aspirante al trono.

La nueva cara de Pelayo

El trinquet de Pelayo mostrará hoy su nueva imagen, con las paredes pintadas, las luces arregladas, nuevos asientos y el suelo pulido. Llegó la hora, la «catedral» de la pilota dicta sentencia.