«Solo yo sé lo que ha jugado Puchol II en esta final», fueron las palabras de un tetracampeón varias horas después de protagonizar una de las remontadas épicas de esta competición. Soro III era muy consciente de que esta partida no sería como las disputadas frente a un Álvaro en decadencia, un Santi o un Fageca. Se enfrentaba a un pelotari de 24 años, en plenitud física, con una capacidad técnica impresionante, dominador de todos los golpes y con una templanza psicológica propia de un maestro consumado. No iba a ser fácil. Y no lo fue. Cuando el marcador señalaba un 50-35 y «val i quinze» nadie, absolutamente nadie en Pelayo daba un duro por Quico. La suerte estaba echada. Sólo cabía una posibilidad: que al aspirante le temblaran las piernas de la emoción y que el campeón aprovechara esas dudas para reagrupar fuerzas e intentar el asalto definitivo a una fortaleza de casi dos metros de altura, perfectamente compactada y con agilidad felina.

Y algo así ocurrió. Puchol, que no había fallado nada, falló dos o tres pelotas decisivas€Y Soro , moribundo, vio una puerta a la esperanza. Ejecutó los golpes más efectivos, actuó con la valentía de los héroes. Todavía se encontró con aquel resto de bote pronto de Puchol con la izquierda a una pelota envenenada, imposible. Insistió y se encontró con un segundo bote pronto pero más entregado que acabó rematado a las alturas. La afición no podía creer que aquello fuera real de tan grande y hermoso como era. Soro III notó, ahora sí, que era posible la remontada. Y ganó cinco juegos consecutivos, peleados hasta el último escorzo, hasta el último aliento.

Ha ganado Soro III su título más difícil, el más preciado porque lo ha hecho frente a quien tiene trazas de ser su sucesor. El propio Quico lo reconoce, en ese gesto que sólo se ve en este deporte. El de Massamagrell se ha enfrentado en infinidad de ocasiones a Puchol II en las partidas del día a día; jugando en tríos y parejas. En ese barómetro, los «trinqueters» ya han sentenciado en los carteles que el de Vinalesa camina firme e imparable a las cumbres. Dice Eusebio, el maestro de Riola, que para ser primera figura de los trinquetes hay que jugar " amb una granera" contra los mejores tríos. Así había ocurrido desde los tiempos de Simat, Quart, Juliet, Rovellet, Eusebio y Genovés. Después ha habido figuras de la talla de Sarasol o de Álvaro pero su grandeza ha venido marcada por el registro de títulos y la consiguiente repercusión mediática. En los tiempos de Eusebio nadie hablaba de pelota. Un diario podía pasarse un año entero si una minúscula crónica dedicada a este deporte€

En esta final se han enfrentado dos pelotaris en plenitud. Nunca había ocurrido algo parecido. Soro III , con 31 años recién cumplidos, está en el mejor momento de su carrera. Puchol II, con 24 años ha podido ser el campeón más joven de la historia. Y hacerlo además con un juego de otra galaxia, arrebatador en técnica, elegancia y poderío. La pilota puede revivir, en estos tiempos nuevos, la vieja sentencia de Eusebio: disfrutar de una figura que, más allá del Individual, «amb una granera» juegue contra «tres triats».