Minutos antes de que se entonase el va de bo, el trinquet de Pelayo asistió ayer a una de las ovaciones más emocionantes en su longeva historia. Durante la presentación de la partida entre Soro III y Puchol II, los centenares de aficionados que abarrotaban la «catedral» se levantaron de manera espontánea para aplaudir, junto a la nutrida representación de las autoridades, el renacer de Pelayo. Había muchas ganas de pilota en Valencia.

Fueron unos segundos cargados de rostros y miradas de satisfacción y complicidad, casi de incredulidad al comprobar que Pelayo había resucitado de entre los muertos. Además, lo hizo con más fuerza que nunca, con el suelo pulido, las juntas de las losas impecables, la pintura fresca en los muros, nuevos y potentes focos y una lona para cubrir el techo y evitar que las goteras jugaran una mala pasada. Pero sobre todo, Pelayo resurgió de sus cenizas con una final memorable y un ambiente que ilusionó a la parroquia, confiada en que el futuro deparará partidas como la de ayer.

«Salvar Pelayo era la obligación de las instituciones públicas, es un deporte y es cultura. Si no cuidan esto, ¿para qué las queremos? ¿para dar dinero a los clubes de fútbol?», se preguntaba José Vicente Sancho, un aficionado del cap i casal.

«Pelayo es primordial para la pilota, sobre todo en Valencia, donde no hay más trinquets importantes. Es una parte de nuestra historia y además la instalación y su ubicación es muy buena, en el casco antiguo de la ciudad», reflexionaba Néstor Estivalis, de Riba-roja, a pocos metros de la corda.

Antonia Martínez, de Xirivella, defendía el derecho de las mujeres a involucrarse en el futuro del trinquet y, a la vez, ganar presencia en este deporte. «Las mujeres están en igualdad de condiciones en la pilota. Me parece perfecto que se Pelayo se abra a aquellos que les gusta la pilota y la practican», explicaba.

Entre los habituales, el exfutbolista Roberto Gil confesaba su alivio al ver que la pilota iba a seguir rebotando en las paredes de Pelayo. «Estoy encantado, porque estaba preocupadísimo al ver que la 'catedral' se acababa. Su cierre hubiese sido mortal. Ahora, no sé lo que pueden hacer los arquitectos, pero si puede haber más comodidades, mejor», concluía.

Respecto a futuras remodelaciones, la mayoría de los aficionados señalaba la iluminación como aspecto a mejorar, pero dando prioridad a los jugadores, protagonistas de días como el de ayer, en el que Pelayo se negó a morir. Y es que, como sentenciaba un aficionado de Carlet al final de la partida, «Pelayo no se puede acabar nunca».