El Valencia Basket alargó ayer su racha triunfal y acapara ya la atención de los focos de los medios internacionales, boquiabiertos ante la imparable trayectoria del conjunto «taronja». Quince victorias consecutivas no son una bicoca. Ningún equipo puede seguir la estela exitosa del grupo «taronja» esta temporada, que camina con el paso firme en el estreno de un nuevo proyecto dirigido por Pedro Martínez. Algo inédito en el resto del continente, ya que nadie, excepto el Valencia Basket, lo ha ganado todo. Es líder en solitario de la Liga Endesa y de su grupo de la Eurocup. Hacía 13 años que no comandaba la competición doméstica.

La alegría que transmite el equipo de La Fonteta refleja la excelente planificación deportiva, gestionada por Chechu Mulero y Martínez, un técnico al que le avala un largo kilometraje en la Liga ACB. A la llegada del técnico catalán se unió el fichaje de un grupo heterogéneo de jugadores, de perfiles distintos, que han cerrado un grupo con un amplio catálogo de recursos. Su potencial en el juego exterior, con la progresión de Guillem Vives y la madurez de Van Rossom, ha crecido con la llegada del francés Antoine Diot. La fuerza del Valencia Basket tiene muchos julios de fuerza, también, en la parcela interior. La llegada de Justin Hamilton ha resultado una sorpresa muy agradable para el baloncesto español. Es un jugador «top» que se une a otro pívot de grandes excelencias como Bojan Dubljevic. Jugadores al servicio de un colectivo repleto de talento, entre los que destaca la apuesta por Fernando San Emeterio. El reflejo del amplio fondo de armario con el que cuenta, cada domingo, el equipo de La Fonteta.

Compacto, perfectamente sincronizado por la mano fina de Pedro Martínez, el equipo «taronja» es un conjunto muy difícil de parar. Si Mulero es el origen del éxito, el técnico catalán es el núcleo. La mano ejecutora. Sus 25 años en los banquillos de la ACB y su sabia gestión de las plantillas se reflejan sobre la cancha. En dos meses de competición, hay victorias de todos los colores en el casillero. La primera, en la cancha del todopoderoso Real Madrid, alertó al resto de la capacidad del Valencia Basket. Después, ha habido victorias solventes y otras cimentadas en un gran espíritu competitivo. Esa es la otra virtud. Como la de Bilbao, tras dos prórrogas. O la de Nancy, en la Eurocup, con un triple de última hora de Van Rossom. La de ayer, como ya es costumbre, fue una victoria cómoda. Otro paseo triunfal.