Reseñar de la peligrosidad del rival de ayer, el Baloncesto Sevilla, no era solo parte del juego de estrategia mental que se suele sacar a la luz antes de un partido.

Su plantel, jugador por jugador, y su trayectoria, confirmaban que son un equipo que está más abajo de lo que debiera y que iba a poner las cosas difíciles. Otra realidad bien evidente es que ahora mismo hay pocas plantillas en la ACB que sean superiores al Valencia Basket. En cuanto a rendimiento, absolutamente ninguna.

Sin embargo, este equipo sabe sufrir y sobre todo tiene la virtud de salir de sus errores exprimiendo sus virtudes. Atascado en ataque en el segundo cuarto, supo esforzarse atrás para privar a los andaluces de ponerse con ventajas. Tuvo paciencia. Supo esperar un momento que sabía que tarde o temprano llegaría.

Fue tras el descanso. Como ante Gran Canaria la pasada semana, el Valencia Basket salió letal en el tercer cuarto y el rival, uno más, se descompuso. Tremendo Rafa Martínez (gran temporada la del capitán), Hamilton y Sikma hicieron un gran encuentro, pero sobre todo, fue una victoria que tuvo el apoyo puntual de todos.

Es un gozo ver al equipo cuando mueve el balón, se posiciona y se interconecta. Un plantel que ataca con fiereza el aro rival y en la siguiente jugada muerde atrás para defender el propio. Son situaciones de juego que demuestran que el Valencia Basket está ahora mismo un escalón por encima del resto aunque Pedro Martínez haga bien en recordar que aún no se ha conseguido nada y que todavía hay errores a corregir. Es su papel. Son diecisiete victorias ya y el récord de las veinte muy cerca. Nadie en el club habla de eso pero el aficionado sí. El vicio de ganar ya no nos lo quita nadie y este vicio es más que saludable. No hay dudas.