Aunque ni Pedro Martínez ni los jugadores quieren hablar de ello, uno de los grandes alicientes del partido de mañana en La Fonteta entre el Valencia Basket y el Charleroi pasa por el famoso récord de las veinte victorias que dieciséis años después puede igualarse. El Pamesa Valencia de finales de los 90 encadenó doce triunfos ligueros y 8 en la llamada Copa Saporta. Ese comienzo inmaculado se truncó un 28 de noviembre de 1999. El Estudiantes, dirigido por Pepu Hernández, derrotó a los «taronja» con una gran actuación de Alfonso Reyes „hermano del actual jugador del Real Madrid, Felipe Reyes„ y Chandler Thompson. No le sentó bien este traspiés al conjunto de Miki Vukovic, que tras esta derrota perdió los siguientes tres encuentros.

Nacho Rodilla, miembro de aquella plantilla histórica, recuerda bien aquella etapa: «Éramos un grupo de gente joven con incorporaciones puntuales que trataban de mejorar el equipo año a año pero sin objetivos inmediatos. Había una base de tres o cuatro jugadores con más minutos aunque la base era la piña que formábamos». En el banquillo coincide la experiencia de Vukovic y Pedro Martínez. De estirpe balcánica, el primero inculcó al equipo intensidad, trabajo y lucha. Con un sistema de juego más adaptado a los tiempos modernos, Martínez tiene matices de Vukovic.

En el puesto de base, el Pamesa Valencia del récord era comandado claramente por Nacho Rodilla. El edetano era la traslación de Vukovic en la pista. Líder en minutos y anotación era suplido puntualmente por César Alonso. Vives, Van Rossom y Diot conforman un trío de bases de primer nivel. Cualquiera puede jugar e incluso pueden complementarse.

Luengo y Markovic eran la referencia exterior. El primero, capitán del equipo, aportaba liderazgo y carácter en la pista y fue además el más valorado. El bosnio, que ahora mismo entrena en Turquía, era elegante y certero en el tiro. El especialista Berni Álvarez y un joven Maluenda eran los recambios. Rafa Martínez, San Emeterio, Lucic o Sato son las referencias por fuera del actual Valencia Basket. Variedad y calidad.

En la pintura Hopkins y Tanoka Beard marcaban la ley en la pintura. El primero se convirtió en leyenda con el paso de las temporadas, mientras que Beard llegó a Valencia tras jugar en el Real Madrid. Atlético y fuerte tenía un carácter díscolo y problemático en ocasiones. Para Rodilla, era un compañero al que «había que gestionar bien para mantenerlo centrado. En partidos ganados había que buscarle para que hiciera sus números. Miraba mucho las estadísticas». El jugador de Torrent Alfonso Albert dosificaba el juego interior así como las contadas aportaciones de Burgos o Tortajada. Más americanos pueblan hoy el juego interior «taronja» con Hamilton, Sikma o Shurna.

Aquel equipo de la temporada 99-00 quedó sexto en la Liga tras perder el «playoff» ante Estudiantes; subcampeón en la Copa tras caer de nuevo ante los madrileños en la final , y cuartofinalista en la Saporta después de que la poderosa Kinder de Bolonia se cruzara en el camino. «Nosotros llegamos al final casi sin aire. Pedro Martínez está midiendo mucho el desgaste de los jugadores y gestiona bien los minutos. Lo importante es que el equipo llegue al final con la gente sana y fresca y creo que será así», explica Rodilla.

De aquel equipo al actual había algo más en común: «Éramos un grupo de gente implicada. Un equipo. Ellos, además, tienen la ventaja de tener calidad y más banquillo».