Ser el artesano del equipo más en forma de Europa debe de ser un orgullo...

Creo que sorprendería a la gente que está fuera la normalidad con la que en el club se está llevando esto. No estamos ni eufóricos, ni atentos a la racha. Lógicamente ilusiona, pero estamos más centrados en sumar el máximo número de victorias en la Liga y seguir adelante en la Eurocup. Pero no hay ninguna obsesión.

No me negará que es un síntoma inmejorable de la buena salud del equipo.

El equipo trabaja muy bien desde principios de agosto. El entrenador ha sabido transmitir lo que él quería y la plantilla ha entendido perfectamente lo que demandaba. La línea es la misma desde el primer amistoso. Las dinámicas en el deporte son básicas y determinantes. Ahora estamos en una dinámica muy positiva, en la que al final de los partidos siempre aciertas, el tiro definitivo entra. Y eso es señal de que todo va bien, claro.

¿De qué está usted más orgullos0, del fichaje del entrenador o de la formación de la plantilla?

El primer paso para construir la plantilla es el entrenador. Yo jamás entendería construir un equipo sin que las decisiones fueran consensuadas con él. Y desde el principio tuvimos claro que el entrenador que queríamos era Pedro Martínez. Y a partir de ahí el diálogo fue constante. Lo más importante fue el primer paso.

¿Es capaz ya de aguantar sentado en la grada durante los partidos?

No, no aguanto. La verdad es que la forma de ver los partidos desde el banquillo a verlos ahora es muy diferente. Fuera de casa lo llevo con más tranquilidad, pero en La Fonteta... no aguanto. Los veo de pie, no te voy a decir dónde, pero de pie. Imagino que con el tiempo me adaptaré. En Valencia prefiero estar de pie, caminar en los tiempos muertos, entre cuartos. Se sufre mucho más lejos del banquillo. Allí abajo es una situación totalmente diferente.

Yo pensaba que se pasaba peor desde el banquillo.

El momento en el que cambias de posición, cambia la forma de vivir el baloncesto. Como segundo técnico, puedes hablar con el entrenador y decirle lo que piensas, sin callártelo. Estás en el fragor del partido, pero disfrutas.

Doce temporadas ya en el Valencia Basket. El club confía mucho en Mulero.

Doce años es mucho. Llevar tantos años vinculado al club te transmite estabilidad, eso es muy bueno para los que nos dedicamos a esto. Estoy muy agrecidod al club y espero estar otros doce años.

¿Temía usted con su nueva función en el club?

Miedo, en ningún caso. Era evidente que iba a cambiar mi manera de ver las cosas, aunque uno nunca deja de ser entrenador. Los casos de directores deportivos que han sido entrenadores son excepcionales. Tenía expectativas de ver cómo era, porque las relaciones personales también cambian con gente que sobre ti tenía un cargo superior. Estaba expectante. Mi futuro, hace dos, años, estaba encaminado a seguir como segundo técnico o a una función más de club, porque siempre he dejado muy claro que no pretendía ser primer entrenador. Siempre me había gustado el seguimiento de los jugadores, el análisis de los jóvenes, que son funciones que entran en este compendio de ser director deportivo.

Renunciar a ser primer entrenador. Eso no lo dice cualquiera.

Porque me gusta más esto. Es un proceso que para entender hay que volver mucho tiempo atrás, a cuando estaba en el Valladolid. Aquella primera época de entrenador en Valladolid me marcó mucho. Desde entonces, las funciones de los ayudantes se han empezado a valorar de forma adecuada. Antes había uno y de milagro. Ahora hay clubes que tienen hasta cuatro. Esto conlleva que como segundo entrenador el trabajo se apreciaba.

¿Qué busca en un jugador a la hora de ficharle?

Esto es como todo. Al final te tienes que dejar guiar por tus sensaciones. Primero tienes que pensar en el equipo que quieres hacer, partiendo por el entrenador. No a todos los entrenadores les valen todos los jugadores. Y el tema personal es un aspecto fundamental. Aunque hay entrenadores a los que esto les da igual. Luego están tus sensaciones, tu feeling con el jugador, ver si está creciendo, o va a explotar, o que es imposible porque no va a dar más. Te tienes que dejar guiar por esto. No todo son datos, no todo son estadísticas, currículum, profile... Hay mucho de subjetivo.

Este año, ¿no tiene la sensación de que ha hecho un pleno en su quiniela de fichajes?

Hasta ahora las cosas van bien, pero todo se tiene que valorar al final de temporada. Sí es cierto que hay aspectos de la plantilla que han sido sorprendentes, otros no tanto. En ese sentido, con la lesión de Diot, tuvimos los reflejos para fichar a Stefansson. Podíamos haber optado por un base extranjero, joven y de mucho talento. Y optamos por un jugador veterano, experto. Preferimos no inventar y acertamos.

Y con Hamilton, ¿esperaba tanto rendimiento?

Si te digo tanto, te miento. Hamilton ha mejorado muchísimo desde pretemporada. Ha ganado intensidad, dureza, finaliza mucho más bajo la canasta. Se lo gana él estos meses. Es un jugador que trabaja desde primera hora del día hasta la última. Es de los primeros en entrar en el pabellón y de los últimos en irse. Es trabajo, trabajo y trabajo. Por eso le fichamos. Y trabajando es como lo conocí. En Riga, en una previa de un partido, él no podía jugar. Antes de empezar el partido, salió media hora antes a la pista a entrenar él solo con una dedicación plena. A partir de ahí le seguí. No fue un descubrimiento, porque sus números han sido siempre muy buenos.

A Guillem Vives lo catalogó como una apuesta de futuro. Pero ahí está.

Es verdad. Guillem es un jugador excelente. Tiene una cabeza maravillosa para jugar al baloncesto. En el Joventut recibió una educación deportiva maravillosa. A veces parece que va cubriendo sus etapas demasiado rápido. Tiene que mejorar aspectos, pero con 22 años, en esa posición, ya campeón de Europa, seguro que lo está haciendo bien. Tiene una capacidad de entender el juego enorme. Se nota que en el Europeo ha aprendido mucho. No jugando, sino observando.

A Pedro Martínez, usted lo conocía desde la distancia. ¿Cómo lo valora ahora en aspecto técnico y personal?

En ninguno de los dos aspectos me ha sorprendido. Lo conozco de haber jugado contra él hace muchos años. Siempre me ha gustado el concepto de juego de sus equipos, muy organizados, en los que todos los jugadores saben moverse. Y sobre todo, mejoran. Ese es un aspecto fundamental. Los jugadores son patrimonio de un club y tienen que progresar. Si analizas la trayectoria de Pedro, sus jugadores siempre son mejores al final de temporada. Ahí están sus resultados. Hamilton es mejor ahora que cuando vino, por poner un ejemplo. Es un modelo muy definido. Y a nivel personal, es una persona franca, directa, que va de cara, con el que es fácil entenderse.

Talento y orden al margen, ¿la mejor virtud del Valencia Basket es su profundo fondo de armario?

Esto es como un puzle y estamos encajando piezas. Pero a lo mejor un resfriado, un esguince de tobillo, un problema, hace que esto se desencaje. Las lesiones te ponen a prueba. De momento, no se notan las bajas.

¿Le dijo Juan Roig que tenía un límite para fichar?

Nos movemos con un presupuesto. No me lo dice Juan Roig. me lo dice Francisco Raga, con quien trato diariamente. Y ahí estamos.

El «jefe» estará muy satisfecho...

Claro, ¿cómo no va a estar contento Juan Roig? Es el primero que apoya al equipo y lo único que podemos hacer es estar muy agradecidos.

¿Se puede explicar la postura de la Euroliga de tener las licencias cerradas?

La postura del Valencia Basket es la misma que la de Chechu Mulero. Lo tengo clarísimo. No por estar en Valencia Basket. Los principios del deporte deben estar por encima de todo, que los méritos deportivos sean los que sirvan para competir en Europa. No me parece justo que haya licencias A, que por historia, por tradición, no se por qué, haya clubes que tengan la participación garantizada en una competición deportiva. Debemos echar la vista atrás y preguntarnos por qué es el único deporte en el que se hace esto. La manera justa de plantearse el deporte es con lo que te ganas en la pista.

¿Cómo empezó usted en el baloncesto?

Soy de un pueblo muy pequeño, Bolaños de Campos (Valladolid), de 350 habitantes. Mi padre era maestro y le destinaron a Tordesillas. No era bueno jugando, lo único que hacía era saltar, correr y vocear. En 3º de BUP me saqué el título de entrenador y al terminar la Universidad el Valladolid me dio la oportunidad.

¿Cuál es su quinteto ideal?

En todo este periodo de tiempo, exceptuando la magnífica plantilla que tenemos este año, me quedo con cinco jugadores que fueron mejores en ese momento, no antes ni después. El mejor base al que he entrenado ha sido Vule Avdalovic, un jugador impresionante; el mejor escolta, Louis Bullock; el mejor 3 fue Oscar Schmidt Becerra; el mejor 4, John Sam Williams en Valladolid y el mejor 5, una temporada completa, Fabricio Oberto. Un quinteto excelente.

Me ha dicho antes de la entrevista que le gusta el fútbol y es del «Atleti». ¿Disfruta viendo un partido de fútbol?

Me gusta más el baloncesto, como es lógico. Los que tenemos la visión de entrenador, sabemos mejor que el baloncesto te permite participar mucho más en el juego. El fútbol se queda grande, mientras que en el baloncesto todo está más controlado, existe la capacidad de tomar más decisiones en el juego. Hasta tienes tiempos muertos. Sin duda, el baloncesto te engancha más que el fútbol.