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Futbolista del Huracán Valencia

Jandro Castro: «Duele que por culpa de impresentables mis últimos años sean así»

«A la una, nos cierran», avisa Jandro para advertir que el encargado del campo de Sant Gregori, otro de los damnificados de la crisis del Huracán, es inflexible en su horari

Jandro, en el campo de Sant Gregori de Torrent. fernando bustamante

Hace medio año rozó el ascenso a Primera con el Girona. Ahora se debe lavar la ropa y no cobra con el Huracán...

La idea de jugar aquí me seducía. Tenía ofertas para irme a un buen equipo de Segunda, pero pensé más en la familia y el proyecto parecía bueno, con perspectivas de disfrutar. Pero al mes nos encontramos con esta película. El dueño se va, el presidente se va y mete a los gestores que no han hecho nada. Ni cobramos, ni tenemos agua, ni pagan a los árbitros y nos tenemos que lavar nosotros la ropa. Si esto no se soluciona mucha gente se irá en el mercado de invierno. Los jugadores hemos buscado a unos inversores, pero los dirigentes actuales ni se van ni dejan que entre nadie.

¿Cómo lo está sobrellevando la plantilla?

En otros países algo así debería estar penado. Llevamos cuatro meses sin cobrar y además nos quitan puntos que son fruto de nuestro esfuerzo. Hay gente que económicamente lo lleva mal. Y a mí, deportivamente, me cuesta asimilar esta situación tras toda la carrera que he tenido. Duele que por culpa de unos impresentables mis últimos años sean así. Lo bueno es que me he encontrado con una calidad humana y una unión que no encuentras en Primera. Es asombroso cómo está compitiendo Huracán. Es para que nos den una medalla.

¿Le queda la sensación que ha tenido la suficiente calidad técnica para haber disfrutado más de la Primera división?

Fiché por el Celta y el Alavés en Primera y tuve la mala suerte de bajar. El segundo año en Mendizorroza rompe mi carrera en Primera. Me hubiese gustado jugar mucho más. Si ahora tuviese la misma edad que cuando debuté, podría jugar hoy en el Valencia. Ahora es mucho más fácil jugar en Primera división que antes. La gran suerte que tienen los chavales hoy es que los mejores jugadores españoles se van fuera, y antes se quedaban aquí. Eso hace que se tengan más posibilidades de jugar en la élite. Yo marqué en dos años 49 goles con el Mestalla. Con esas cifras estoy convencido de que hoy podría jugar en el primer equipo. Además, ahora gracias al Barça y la selección se juega más al fútbol, antes no sucedía y eso también me perjudicó.

¿Fue Claudio Ranieri quien le da la primera oportunidad?

Sí. Ranieri confió bastante en mí, fue el que más me hizo entrenar con el primer equipo. Recuerdo que jugué los dos encuentros de la primera eliminatoria de Copa ante el Levante UD y luego me convocó en los dos partidos de semifinales contra el Madrid, en aquel 6-0 en Mestalla, y también en la final. Y en Liga debuté, jugué contra el Villarreal y el Tenerife.

¿Aquella época le pilló demasiado joven para entrar en ese Valencia de títulos y finales?

Fueron varios factores. Sobre todo en esa época había mucho dinero y se fichaban muchísimos extranjeros. Recuerdo que tras regresar de una cesión en el Numancia se fichó a Pablo Aimar en mi posición. Es Aimar quien me cierra las puertas del Valencia. Era un extraordinario jugador, contrastado internacionalmente. Fluía el dinero y para todo canterano era complicado subir al primer equipo.

De ahí va a un Celta con mucha personalidad, el equipo de los Mostovoi y Gustavo López.

Ese Celta era incluso mejor que el de ahora. Era un Celta que jugaba todos los años la UEFA, que hacía un fútbol espectacular y que le había metido cuatro a la Juve. Se codeaba con todos los grandes.

Era una época en la que el fútbol español tenía clase media.

Correcto. No era un campeonato partido como ahora. Estaba más igualado. Un equipo como el Celta podía llegar a octavos de Champions contra el Arsenal. El desgaste fue fuerte y dejamos tanto de lado la Liga que descendimos.

¿A Berizzo ya se le veía entonces como un entrenador?

Absolutamente, no te lo puedes ni imaginar. Lo tenía clarísimo. Era de los que le gustaba hablar, mandar, dar órdenes, ayudar, siempre en un tono constructivo. Leía muy bien el fútbol. Era un gran central por cómo colocaba a todo el mundo. Se veía que iba a ser entrenador, porque además le gustaba el fútbol, que no a todos los jugadores les gusta. Aprendió mucho de Bielsa.

En el Alavés se cruzó con el devastador paso de Piterman...

Teníamos un buen equipo, con Bodipo, De Lucas, Nené, estábamos en Primera pero tuvimos muchos problemas al entrar Piterman. Quería ser el entrenador y no tenía ni idea de fútbol. Nos llevó de pretemporada a Miami y apenas entrenamos. Lo jugué todo, eso sí.

¿Qué entrenador le influyó más? ¿César Ferrando, con quien se cruzó en tres etapas?

Ha sido el entrenador que cambió mi carrera. Cuando llega al Mestalla yo había debutado en Primera pero estaba estancado. Era joven, ganaba dinero, me había conformado... Él me puso las pilas y pegué una reacción que me impulsó a jugar en Primera. Cuando no jugaba en el Celta el primer año me llamó para ir cedido al Albacete en Segunda. No era una decisión fácil por retroceder de categoría. Pero lo jugué todo, subimos, y regresé con más fuerza al Celta. En los momentos delicados apostó por mí. Luego se acordó de mí para ir al Atlético, pero el Celta no negoció. Y nos reencontramos en el Nàstic.

¿En Girona es donde más ha disfrutado del fútbol?

No me podía imaginar que en Girona sería tan feliz. Me encontré con un buen estadio, una ciudad preciosa, con playas cercanas. La afición no era numerosa pero sí animaba mucho y no presionaba si las cosas iban mal. Fue la mejor decisión de mi carrera.

¿Cómo se explica que se escapase el ascenso a Primera el año pasado, con un 0-3 a favor?

Una auténtica lástima, una desgracias, una pena. Ya llevábamos dos años cerca del ascenso y todo se escapó en el último suspiro. El fútbol no quería que subiésemos. Quiero jugar un año más, porque no me quiero despedir con el sabor de boca que tengo ahora en el Huracán.

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