La final del Trofeu Mestres nos devolvió los mejores sabores de Pelayo. Se llenaron las gradas como en las grandes ocasiones, como hacía años no se veían, salvo en las finales de la Lliga. El esfuerzo de la nueva empresa, la ilusión que ha sabido transmitir en los últimos tiempos y su apuesta por el espectáculo empiezan a dar frutos. El propio José Luis López, que ahora disfruta con este reto, ha llegado a afirmar que estaría dispuesto a pagar «por ver las gradas llenas». La empresa ha iniciado una política de acercamiento a los clubes repartidos por la geografía valenciana enviando invitaciones para presenciar los duelos más atractivos. El pasado sábado destacó la amplia presencia de aficionados procedentes del Trinquet de Torrent, uno de los más activos en las últimas temporadas, especialmente desde la rehabilitación de su trinquet. Vimos mucha mujer, más que nunca, y muchísima gente joven, más que nunca. Hay ganas de recuperar el ambiente popular que vivía este trinquet en los primeros años de la gestión de Arturo Tuzón. De hecho el empresario recibió un entrañable homenaje al que se sumó la Federació de Pilota Valenciana con su presidente José Daniel Sanjuán. La afición que llenaba las gradas dedicó a Tuzón una cerrada ovación que emocionó a quien durante treinta años ha estado al frente de Pelayo.

Y en ese recinto que recupera aliento de vida, Soro III volvió a sellar una magnífica partida, a dejar sentado que no falla en las grandes citas. Es cierto que tuvo en Javi a un compañero perfecto porque el de Massalfassar está en la cumbre de su carrera: a su endiablado poder de pegada ha unido la templanza y la sabiduría que dan los años de oficio. Hoy es el número uno indiscutible en su posición. Pero Quico Soro, el nieto del Tío Pena, ofreció otra vez su completo repertorio de golpes. Soro basa su poderío en su capacidad para restar lo más difícil. «Restar per davant» fue siempre la asignatura más complicada en un deporte que gasta pelotas a velocidad supersónica, con una dureza de una roca y un diámetro que se clava en la manos. Y sin embargo esa asignatura, comparada a la más difícil que pueda haber en una carrera tecnológica, la supera Soro III con pasmosa facilidad. Y no es que resta lo que parece imposible sino que devuelve la pelota con más fuerza de la que es capaz de levantar. Es algo que ni los más viejos de Pelayo recuerdan en pelotaris de generaciones anteriores. En esa facilidad ha marcado, sin duda, una época. Consecuencia de esa habilidad: facilitar la labor del mitger para rematar el quinze. Por eso no es de extrañar que Javi manifieste: «Con Soro III siempre es fácil jugar». La clave radica en saberse protegido por alguien que nunca falla y que hace fácil lo más difícil. Ese es Soro III, el mismo que, tras periodo de reflexión decidió proteger su reinado de campeón individual y no exponerlo en partida amistosa frente a su rival más directo: Puchol II. Y no es cuestión de diferencias económicas. Simplemente es él el campeón y sólo en el torneo Individual pondrá a disposición de alguien que demuestre ser mejor sus credenciales de campeón.

Cuenta la historia recogida por Almela i Vives que en los primeros años del siglo XIX, poco después de la guerra contra los franceses, destacaban en Valencia cuatro ases que se enfrentaron en desafío legendario ante el capitán general de Valencia, el navarro D. Francisco Javier Elio en la localidad de Llombai: El Nene y Bandera contra Clarí y Pedreñera, el Roig d´ Alcoi, a quien ya en aquellos tiempos se le catalogaba como el Aquiles de la Pilota. Dos siglos y pico después, un chaval de Massamagrell puede ostentar el mismo título. Veremos quién es capaz de descubrir su punto débil para derrotarle en Pelayo o donde haga falta.