La gente que ayer acudió a Pelayo a disfrutar de una nueva partida de dissabte y que pobló en sus tres cuartas partes las gradas, tuvo tiempo de todo. Unos juegos iniciales dominados por el tedio y el dominio casi absoluto de Miguel y Javi permitieron especular sobre la formación del nuevo gobierno de la nación. Sepan que las gentes de Pelayo saben de qué va la cosa. Allí hay sabiduría a raudales, experiencia en «guanyar i perdre», temple ante las dificultades, prudencia y valentía en perfecta mezcla. Un compendio enciclopédico del arte de la política. Los padres de la patria, si conocieran Pelayo, se acercarían a consultarle. Allí les explicarán en qué consisten «pactes», negociaciones, y algunos ajustes a la realidad circundante.

Nadie mejor que las gentes del «trinquet» para saber cuadrar el más difícil de los rompecabezas. Y si no que le pregunten a los veteranos espectadores que presenciaron aquel mítico desafío que enfrentó a una primerísima figura como Eusebio contra un rival que en la vida había tenido una pilota de vaqueta en la mano. Hubo acuerdo, hubo pacto y hubo mucho desafío.

Se parió una de las partidas más recordadas en la memoria colectiva de la pilota valenciana. José el Feriante contra uno de los mitos del trinquete. Tras largas sesiones discutiendo las condiciones del pacto se llegó a tal equilibrio de fuerzas que la primera figura ganó por un solo juego a su rival en un choque de época. Miren si aquello resultó exitoso. Pues igual o mejor se arreglaría el rompecabezas del gobierno. Para política de «pactes» el trinquet.

Aceptada la propuesta del tertuliano y a la espera de oportuna respuesta, descubrimos que aquello, la partida, se animaba de manera que asistimos a una recta final ciertamente apasionante y en la que ambos regalaron grandes acciones al público presente. Miguel y Javi siempre fueron por delante y acabaron ganando a Soro III y Salva por 60 a 35 no sin pelea. Soberbio Javi, como siempre, con un Miguel inspirado. Soro III levantó ovaciones pero no siempre puede ganar, aunque esos aplausos seguro amenizaron la derrota.