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Off the record

Una vuelta perfecta

Una vuelta perfecta

La histórica victoria en el Palau Blaugrana comenzó a gestarse durante el último tiempo muerto del partido contra el Limoges. Aferrado a su atávica templanza y con la racha de invictos en sus últimos estertores, Pedro Martínez recordó al equipo la importancia de la siguiente defensa. Así de simple. Exigía además el entrenador que todos se olvidarán del marcador y el inevitable desenlace final. No hubo dramas. Ni en pista ni en sala de prensa. A la derrota le sucedieron entrenamientos con el nivel de exigencia de siempre y análisis de los errores cometidos ante el conjunto francés.

Tampoco cambió un ápice el ambiente interno en el vestuario de Hermanos Maristas. El afeitado de John Shurna „todo un desconocido con su nuevo look„ fue objeto de diversión y coñás recurrentes incluso en redes sociales. Los jugadores mantuvieron la tensión competitiva durante las horas previas al viaje a Barcelona y podría decirse incluso que la derrota en Eurocup tuvo un efecto liberador en determinados casos individuales. En conversaciones con diferentes estamentos del club, era perfectamente perceptible que Valencia Basket encajó el golpe de la misma forma que encadenó triunfos durante meses: con absoluta normalidad.

Minutos después de la dolorosa derrota en Eurocup, uno de esos escribientes bocones e ignorantes que sentencian desde su pedestal en la capital del reino sin tener ningún tipo de información aseguraba que todos estábamos equivocados. Cuando digo todos incluyo a auténticos neófitos en baloncesto como un tal Sergio Scariolo. Que no, que la racha no tenía mérito alguno. Que así cualquiera, contra rivales de segundo nivel europeo. Que Valencia Basket es, en una palabra, un equipo sobrevalorado.

Afortunadamente, no ha habido que esperar demasiado tiempo para enviarle el zasca a su atalaya de sabiduría. El grupo de jugadores -ya históricos- a las órdenes de Pedro Martínez realizó ayer un partido prácticamente perfecto en la guarida del Barça. De un Barça que, hay que recordarlo, venía de ganarle al Real Madrid en Euroliga y con un récord de 15-1 en ACB. Sobreponiéndose a un mal inicio, entendiendo tras el descanso que la única forma de conseguir el 17-0 era mantenerse fiel al guión de los dieciséis partidos anteriores. Y, sobre todo, con un enorme grado de inteligencia delante y esfuerzo defensivo detrás. Jugando con criterio pick and pop y pick and roll, castigando las ayudas mal hechas por la defensa blaugrana, buscando a Dubi dentro como alternativa en momentos de bloqueo exterior y encomendándose al oficio de San Emeterio y Rafa Martínez, viejos guerreros con una hoja de servicios interminable, para posesiones determinantes.

El plan volvió a funcionar. Pero el aspecto que quizá más sobrecoge analizando a este Valencia Basket en situaciones como la de ayer es curiosamente un intangible: su fortaleza mental. Hay que tener el coco muy limpio para sobreponerse a una derrota de 20 contra Limoges. Hay que estar muy preparado desde el punto de vista psicológico para salir en la segunda parte y dibujar un parcial 4-13 tras el triple de Pau Ribas con el que se cerró el segundo cuarto. Hay que tener el alma a prueba de golpes para levantar la cabeza tras el triple en suspensión y rectificado de Satoransky sobre la bocina y ganar en la prórroga.

Es la segunda vez en toda la historia de la competición que un equipo acaba invicto el primer tramo de la competición. Hacía diez años que Madrid y Barça no perdían en su pista durante la primera vuelta contra el mismo rival. Lo consiguió Unicaja que, meses después, se proclamaría campeón. Pero, por encima de los récords que ya han caído y puedan seguir cayendo, este Valencia Basket 2015/16 ya ha conseguido algo casi tan importante como llenar las vitrinas de trofeos: ganarse el corazón de la gente.

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