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Va de bo

Unirse en libertad

Unirse en libertad

Es el juego que practicaron las grandes figuras ensalzadas por Peña y Goñi en tierras vascas; el mismo que enfrentó a euskaldunes y valencianos ante las autoridades de La Marina, en Cartagena; el juego que entusiasmó en todos los territorios de la vieja Hispania, desde Andalucia a Canarias, desde Galicia a Valencia, Castilla, Aragón y el viejo Reino de Navarra. El juego que unos llamaron «chazas» y otros «bote luzea» y que los valencianos llamaron «llargues».

Condenado a desaparecer llegó el milagro del Encuentro Cinco Naciones en verano del 92 y el inicio de los campeonatos internacionales de la CIJB. Y el conocer la existencia de la pelota tarasca y de la mixteca, en tierras del viejo imperio azteca; o la pelota nacional ecuato-colombianas, en los mismos lugares por donde el viejo guerrillero carlista vasco Cura Santa Cruz acabó sus días tras dejar un imborrable recuerdo en las guerras los valles vasco-navarros...

Es el juego ya perdido en los interiores de Venezuela€el mismo sobre el que gravita este nuevo encuentro vasco valenciano, con la integración de la Selección Nacional Vasca en la CIJB. Las cortas miradas de algunos, no contemplan una realidad incuestionable: la unidad sólo es posible desde la diversidad. Un matrimonio no puede considerarse realmente unido si una de sus partes lo hace bajo el sometimiento o la coacción. «¿Venís a contraer matrimonio sin ser coaccionados, libre y voluntariamente?», pregunta el sacerdote antes de bendecir la unión. Pues entender algo tan sencillo como la pregunta de la liturgia matrimonial es comprender la realidad del denominado «problema territorial».

En esta integración libre y voluntaria de Euskadi pesa además un argumento irrebatible: nuestro deporte, seguramente heredado de la antigüedad greco-latina nunca conoció las fronteras artificiales, cosas de políticos o guerras. Olvídense de aplicar en este deporte, en el deporte de la pilota los parámetros que dictan leyes interesadas, ajenas a su propia historia y dejen a sus gentes organizarse y competir en un encuentro que trasciende el deporte para adentrarse en el espíritu eterno de los pueblos. Un nuevo ejemplo que aporta un deporte que vertebra desde la libertad.

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