El Valencia Basket dio ayer un paso atrás en la evolución mostrada en los últimos encuentros y cayó de manera inesperada ante un Estudiantes que se aprovechó del mal partido de los taronja para sumar una victoria que pueda valer su peso en oro de cara a conseguir la permanencia en la Liga Endesa. Para los valencianos, ha supuesto dejar el liderato en solitario al Barcelona.

Había advertido Pedro Martínez en la previa que este equipo madrileño bien poco se parecía al que había iniciado la temporada y que ahora mismo sería un rival de playoff. Quizás no sea tanto, pero sí es cierto que los de Valdeolmillos fueron mejores que los valencianos durante los cuarenta minutos y justos ganadores del choque.

La derrota recordó la peor versión del equipo y trajo a la memoria partidos de infausto recuerdo como el de Limoges o PAOK en Grecia. El Valencia Basket nunca llevó la manija del partido porque sus dos bases, Vives y Diot, no estuvieron finos y se vieron superados por sus rivales Jaime Fernández, Laprovittola y Salgado.

No fue tampoco el día del tiro exterior (26 % en triples) mientras que en la pintura Hamilton emergió a ráfagas, Sikma no fue tan regular como en él es costumbre y el efecto sorpresa con Shurna o Trías tampoco surtió efecto. Nacho Martín y Simpson fueron un auténtico quebradero de cabeza.

Solo Sato dio un nivel cercano a lo que este equipo es capaz de mostrar y para colmo acabó el partido lesionado.

El Valencia Basket se mostró huérfano de referentes en los momentos puntuales del choque y puestos a acordarse, volvieron a la mente los tres hombre que ayer vieron el partido al lado del banquillo en chándal, Van Rossom, Dubljevic y San Emeterio. Jugadores de primer nivel a los que se les echó en falta. Es cierto que sin ellos daba ayer para ganar a un equipo que solo había sumado cinco victorias en veintitrés partidos, pero no lo es menos que sus detalles y calidad hubieron podido desequilibrar la balanza o al menos haber cambiado la dinámica del choque.

Y es que el Estudiantes desde el salto inicial demostró que no quería extender la festividad fallera a la Fonteta. Con un buen trabajo de sus bases, los de Valdeolmillos jugaron bien desde el principio por fuera y por dentro para cobrar una preocupante renta desde el principio tras triple de Nacho Martín (9-20).

En el segundo cuarto el Valencia Basket mejoró. Curiosamente, la segunda guardia con Stefansson, Shurna o Sato dieron consistencia defensiva al equipo, provocando errores en los madrileños, y acierto en el aro contrario para llegar al descanso con todo como al principio (37-37).

Tras la reanudación, el Valencia Basket consiguió por medio de Lucic su única ventaja en todo el choque (40-39).

No se descompuso el Movistar Estudiantes. Aprovechó la falta de acierto de los valencianos (solo once puntos anotados en el período) e infligió un parcial de 0-10 para conseguir una cómoda renta que extendería hasta el final del tercer cuarto (48-54). Tenía el partido encarrilado.

El agobio y la ansiedad hicieron mella en los de Pedro Martínez, que quería y no podían. La anarquía hizo presencia en los jugadores taronja tratando de encauzar un partido que les empezaba a desbordar. Con Hamilton como referente, el Valencia Basket recortó y puso el partido a mil (61-62). Con posesión, Sikma perdió el balón y a partir de ahí se esfumó la oportunidad de ganar. Ayer, no era el día.

Lesión de Sato

Al margen de la derrota, el partido dejó otra mala noticia: la lesión de Sato. En una jugada de infortunio, el centroafricano, tras anotar una canasta, se hizo un esguince de tobillo tras pisarse el pie un jugador rival de manera fortuita. El alero centroafricano será sometido este lunes a pruebas médicas de cara a evaluar su dolencia que se espera no sea grave.