Sebastián Mora (Vila-real, 28 años) visita el periódico tras entrenarse en el velódromo Luis Puig (Paterna). Le acompañan sus dos entrenadores personales, Dídac Navarro y Javier Zahonero, y su director de comunicación, Chema Lamirán, responsable de que la web, sebastianmora.es, sea muy activa. Mora se entrena unas cuatro horas al día (entre carretera, un rodillo en casa o la pista).
¿Con qué se queda de su participación en el último Mundial?
Con las medallas, el gran ambiente, con gente muy entendida en ciclismo en pista y con haber subido dos veces al podio (un oro en scratch y un bronce en Madison, 50 kilómetros en relevos).
¿Cuál es su próximo reto?
Ser campeón del mundo de Madison. Será en abril de 2017 en Hong Kong. Pero primero debo revalidar los títulos de campeón en el Europeo de octubre de París (en scratch y en Madison).
¿Qué debe mejorar?
Corregir fallos como arrancar antes, estar más atento y más rápido en los sprints y no reservarme tanto.
¿En qué equipo está?
En uno inglés, el Team Raleigh, que tiene la cultura de combinar el ciclismo de pista con el de carretera. La semana pasada corrí el Tour de Normandía y fui 12º en la general y segundo en la última etapa. El único país que es reacio a combinar la carretera con la pista es España. La semana que viene debo ir a entrenar con el equipo a Kent, al sur de Manchester, donde tiene la base. En el equipo están encantados de que cuando compito con el maillot de España lleve también el nombre de Raleigh (es una marca de bicicletas).
Se le ve musculado. Uno tenía la idea de los ciclistas con cuerpos escuchimizados.
En pista es diferente. Yo necesito sprintar y ser potente aunque sea un corredor más de fondo.
¿Cómo ve al Villarreal (el club de fútbol colabora con él)?
Formo parte de su gran familiar. Me tratan como si fuera un futbolista profesional. Tengo a cinco minutos de mi casa la atención de los fisioterapeutas y de los médicos. El domingo pasado, ante el Getafe, me hicieron un homenaje en el Madrigal, invitado por la Agrupación de Peñas. Senna me entregó un submarino de porcelana
