El Deportivo-Real Madrid, con el título de Liga en juego, no fue el único «partido» que le tocó arbitrar este fin de semana a Mateu Lahoz. El colegiado valenciano (Algímia d'Alfara, 1977), junto a su equipo arbitral, fue uno de los 166 afectados del retraso de más de siete horas del vuelo entre A Coruña y Valencia. En medio de la impotencia, indefensión y rabia contenida de los pasajeros, el árbitro se erigió como portavoz del numeroso grupo y se encargó tanto de calmar los ánimos como de coordinar las reclamaciones de los viajeros.

A las 16.57 horas los pasajeros, entre ellos Mateu Lahoz, ya plantado en el césped de Riazor, recibieron un SMS de la compañía Vueling en el que se informa que el vuelo previsto para las 20.45 horas va a sufrir un retraso, sin especificar las causas. En la terminal, sobre las ocho de la tarde, se respira bullicio, con la llegada de la expedición del Madrid, que debía tomar su vuelo charter, de vuelta a la capital. Pasadas dos horas, los 166 viajeros continúan sin recibir notificación alguna. No existe mostrador de Vueling, por lo que Mateu Lahoz se dirige al de Iberia para „el vuelo era compartido entre las compañías„ a la búsqueda de información, de una mínima certeza a la que agarrarse. No hay respuesta y la situación comienza a tensarse. Entre los pasajeros hay una mujer, con movilidad reducida, que debe viajar a Valencia para ser operada al día siguiente y que ya evidencia claros síntomas de dolor. También hay bebés, personas mayores... Sin poder siquiera sentarse, la espera empieza a ser insoportable.

De repente se expande el primer rumor. El esperado avión debe aterrizar procedente de Londres, de donde no ha despegado todavía. Es en ese momento en el que Mateu Lahoz asume la portavocía del grupo y consigue que se repartan hojas de reclamaciones y un bocadillo (sin bebida) para cada pasajero.

A las 0.44 horas desde los móviles salta un nuevo mensaje. Por motivos meteorológicos „ «viento de cola»„, el vuelo londinense iba a ser desviado al aeropuerto de Santiago. En un plazo de 45 minutos, la expedición recibiría noticias de para hacer el traslado «en superficie», es decir, en autobús. Los pasajeros dejan A Coruña con una imagen, desgarradora para los testigos, de la mujer que debía ser operada, tumbada en el suelo con una manta, al lado de los aseos, custodiada por una pareja de la Guardia Civil. Por iniciativa propia, su marido se ha encargado de solventar todos los trámites para que se presentase una ambulancia que la trasladase por carretera hasta Valencia.

A las 2 de la madrugada, la expedición llega a Santiago, donde es recibida por una empleada de Iberia, que aconseja formar una cola para pasar por los arcos de seguridad. Un protocolo estéril ya que la trabajadora está sola en el aeropuerto. Pasa media hora hasta que se persona un guardia civil y dos agentes de seguridad. En las horas transcurridas ha nacido un sentimiento de grupo, de equipo, entre los afectados. Muchos han reconocido a Mateu Lahoz, que reparte hojas en blanco para proponer a los pasajeros que escriban sus datos para una futura reclamación conjunta. La odisea no acaba ahí, ya que finalmente el vuelo de Londres no operaría por la necesidad de descanso de la tripulación. Otro avión, procedente de Barcelona, dejaría a las 5.30 horas a los 164 pasajeros. Entre ellos al trío arbitral de Mateu Lahoz, parte de un colectivo mirado con lupa en el mundo del fútbol, pero cuya vida real, como un ciudadano más, se aleja de la élite.