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La arenga de «saneme»

La arenga de «saneme»

El legendario entrenador, ahora presidente de los NY Knicks, Phil Jackson, nos regaló en 2013 un libro tremendamente instructivo en el que repasa al detalle toda su carrera profesional. Once anillos, el alma del éxito, describe todo tipo de situaciones a las que tuvo que enfrentarse como técnico, teniendo que gestionar los egos de estrellas rutilantes (y por momentos problemáticas) como Michael Jordan, Kobe Bryant o Shaquille O´Neal. En uno de los pasajes del relato, Jackson se refiere a la importancia indiscutible que tiene para cualquier gestor de grupos conseguir la unidad indisoluble en el vestuario: «El baloncesto es un gran misterio. Puedes hacerlo todo bien, contar con la mezcla perfecta de talentos y con el mejor sistema ofensivo del mundo, desarrollar una estrategia defensiva a prueba de lo que haga falta y preparar a los jugadores para todas las eventualidades posibles, pero si los jugadores carecen del sentimiento de unidad como grupo, tus esfuerzos son en vano. Además, el vínculo que une a un equipo puede ser muy frágil y muy esquivo. La unidad no es algo que funciona pulsando un interruptor. Has de crear el entorno adecuado para que prospere y nutrirla cuidadosamente día tras día».

Desconozco si Pedro Martínez ha inspirado su modus vivendi en La Fonteta aplicando cada palabra de Once anillos a la hora de relacionarse con su vestuario, pero es muy evidente que el entrenador de Valencia Basket sí ha conseguido generar esa química interna que trasciende al tiempo y a las personas. Tanto es así que varios de los jugadores cuyo contrato finaliza el próximo 30 de junio renovarían con los ojos cerrados si Pedro continúa como técnico la próxima temporada. Todo ello sin la trampa emocional que a veces supone ganar un título. Ese es el éxito de la plantilla que el jueves se quedó a un triple de forzar el quinto de la serie contra el Real Madrid. No ha levantado copa alguna, pero será recordado dentro de muchos años. Por el récord de victorias consecutivas, por un valioso registro de 28-6 al acabar la temporada regular, por el alma exhibida en semifinales a pesar de las cuatro bajas y, sobre todo, por ser un equipo.

El alquimista de todo „en estrecha convivencia con Chechu Mulero„ es Pedro Martínez. Nadie es imprescindible, por descontado. Pero un sector considerable del entorno, entre los que se encuentra quien suscribe, mantiene el anhelo de comprobar si la semilla colocada en las entrañas de La Fonteta florece dentro de unos meses. Para ello sería deseable que el proyecto tenga continuidad.

Desde el primero hasta el último, entrenador incluido. Fernando San Emeterio, que no es precisamente un rookie, conmovió al vestuario en el descanso del tercer partido haciendo suyo el discurso del técnico en una arenga terriblemente emotiva. La palabra más repetida fue juntos.

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