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Pilota

Un grito de impotencia

Hemos cambiado un modelo progresista por un modelo decimonónico. No pervirtamos las palabras

Un grito de impotencia

La comparecencia del mundo de la pilota ante los medios informativos mostró una unidad inusual. Y es que, como bien dijo Genovés II, «quizás haya que llegar a esta situación límite para saber que a todos nos interesa ir de la mano. Cada uno de nosotros ha de hacer autocrítica, saber en qué nos hemos equivocado y estudiar qué debemos cambiar».

Palabras equilibradas de un pelotari que siente en sus venas la llamada de la sangre. Hablar de autoevaluación, de examen de conciencia, de autocrítica, no resulta fácil para nadie. Quien más quien menos piensa que la culpa es de los demás. La comparecencia del sábado fue un grito de impotencia ante una situación contra la que no se encuentran remedios sin que no tengan efectos segundarios.

Y es que hubo un tiempo que con televisión en directo, se anunciaron revoluciones azules en el camino hacia un nuevo paraíso. Ya entonces los políticos se apuntaban al barniz de la identidad. Más o menos como los saludos, «com si haguérem fet la mili junts?» de hoy. En eso, es cierto que se repite el protocolo fotográfico.Se nos dijo en la rueda de prensa que se necesitan «cuatrocientos mil euros al año para solucionar el problema del mundo profesional».

Si todo el problema de este deporte se solucionara con 400.000 euros es que no tenemos ningún problema. Y si se solucionan con 400.000 euros es que definitivamente no tenemos remedio.Uno de los problemas internos- los cambios sociales y económicos no están en nuestras manos- ha sido convertir un modelo libre en un monopolio. Yo no me imagino al padre de Genovés II atendiendo órdenes de este o aquel «trinqueter» por tener asegurado un sueldo de miseria.

Hemos cambiado un modelo progresista por un modelo decimonónico. No pervirtamos las palabras. Hemos cambiado la libertad por la esclavitud. Y lo hemos hecho pidiendo dinero público para asegurar unos cuantos sueldos decentillos. Y la miseria era tal que, por no perder un plato de lentejas, los pelotaris empezaron diciendo lo que les decían y acabaron sin voz. Nunca hemos tenido jugadores más preparados ni con más calidad ni ilusión; ni peor pagados y maltratados. Nunca. No son libres. Ellos son la esperanza de un futuro distinto. Ocurre que la libertad suele provocar indecisiones y miedos.

Se anuncia la creación de una Fundación. Ya tenemos una Federació de Pilota Valenciana, sin ánimo de lucro y sometida a los controles de la Administración. Otórguense subvenciones a las competiciones oficiales profesionales y déjese libertad de contratación. Un comité específico de amplio espectro decidirá trinquetes y equipos. Siempre se hizo y siempre funcionó hasta el monopolio de Val Net. Ayuden los ayuntamientos a esos «trinqueters» que podrán contratar a jugadores libres con acuerdos libres. Porque, veamos: ¿seguiremos con pelotaris contratados con sueldos fijos? ¿Quién decide el que está en nómina y protegido por la subvención pública y quién se queda fuera? No. Eso no vale. Vale la libertad, que garantiza la igualdad de oportunidades. Vale el modelo del tenis, no el de las obsoletas empresas vascas que viven de la caridad pública y que, ahí está el panorama, han encarcelado a la propia pelota vasca.

Se pide televisión para que venga la publicidad privada. La piden y la exigen los mismos que han gozado durante años, desde la creación del monopolio, de partidas televisadas todos los domingos sin que fueran capaces de crear un interés por las mismas. Gestionaron mal ese caramelo. ¿Lo seguirán gestionando en el futuro? ¿Lo dejamos en manos de una Fundación?

Por otra parte, se han construido trinquetes o canchas allá donde un club, o un colectivo lo ha demandado. No conozco a ningún pueblo que haya pedido una instalación y no se la haya concedido. Ni uno. Indistintamente del color político de la administración local, provincial o autonómica. Hay una amplia red de instalaciones, muchas de las cuales, infrautilizada. Ello ha permitido que, según los datos de la propia Federación, estén legalizados 270 clubes.

Hay competiciones de promoción en todas las modalidades , una riqueza, por cierto, que nadie debería cuestionar en aras a «focos informativos». El foco es el Joc de Pilota, como lo es el atletismo, y no los cien metros lisos. En el País Vasco bien que lamentan que una sola modalidad reciba atenciones. Han desaparecido casi todas y la que queda es un último refugio sin agua en medio del desierto.Al menos tenemos algo claro: no hace falta exigir autocrítica a los dirigentes locales de esos clubes que bastante hacen con sostener las competiciones y que son los que riegan las raíces de una planta silvestre, sin «focos informativos».

A ellos hay que animar, en ellos hay que focalizar muchas atenciones. Porque ellos también serán garantía para los jugadores que libremente puedan conseguir sumar ingresos. No con mil, pero si con diez mil euros por cada club de las máximas divisiones multiplicaríamos los puestos de trabajo y los ingresos del mundo profesional del Joc de Pilota. Por eso, efectivamente, es hora de caminar juntos, sin sometimientos, sin desprecios y sin altiveces.

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