Apenas a unos pasos del Carrer dels Cavallers tropiezas con la Plaça del Negret, donde, en el siglo XVII existía uno de los muchos trinquetes de la ciudad, según referencias del historiador Marco Antonio de Orellana. Al este de la calle de La Purísima encontrarás la Iglesia de San Nicolás junto a la que existía otro de los trinquetes de la nobleza valenciana. Y a unos pasos contemplarás el Palau de la Generalitat, y la Plaça de la Mare de Déu, donde este domingo, como ocurría en tantas calles valencianas del siglo XIX, un grupo de chavalines disputa un torneo y un grupo de chicas entusiasma a la numerosa concurrencia con una preliminar partida de raspall jugada de poder a poder. Todo está a punto para un duelo que adquiere la categoría de histórico: el que enfrenta al mejor equipo actual de l'Horta y el más poderoso de La Marina, llegado desde la pequeña población de Parcent. Se juegan un puesto en la gran final de la competición valenciana de Llargues, la más antigua y entrañable de las modalidades del Joc de Pilota.

Ángel, Germán, Ivan, Satxa y Giner llegan acompañados de decenas de seguidores. Ganaron 10 a 6 en la ida y saben que toca sufrir contra jóvenes como los hermanos Martí, de Moncada, y otros veteranos que hasta hace nada eran profesionales distinguidos en Pelayo: Peluco, Pedro o Tino. La acera se llena de espectadores ansiosos de conocer las evoluciones de unos y otros. La gran mayoría son aficionados, entendidos en el Val i ratlla. Un interminable desfile de turistas recoge en sus cámaras fotográficas ese juego en una céntrica calle. Basta poner el oído y escuchar un carrusel de idiomas. El chileno que investiga el material de la pelota; los jóvenes italianos que contemplan interesados el vuelo de la pallina; y el belga de Mons que, inmediatamente, reconoce el juego y lo comenta entusiasmado con la que debe de ser su esposa. Sin duda, no hay mejor escaparate que este bello escenario para dar a conocer parte de nuestra cultura popular?

¿No se rompe ningún cristal de las ventanas? No. Ellas contemplan tranquilas el paso de la pelota. Algo mágico impide que las farolas, los balcones envidriados, reciban el duro impacto de la pilota. ¿Ni siquiera aquel, en lo alto del palacio de Fuentehermosa, de estilo modernista, que parece esperar el potente saque de Ángel? Ni siquiera aquel. Insisto: Hay algo invisible pero presente en la calle que ofrece protección a esta iniciativa modélica del Club impulsado por Jose Marí, «Peluco». La partida apenas tiene color. Ganan con comodidad los de La Marina, mucho más fácilmente que en su propia calle: 1-10. Hoy han estado especialmente inspirados, todos ellos; en el saque, y en los restos. Hay dos jóvenes como Satxa y Giner que marcan las diferencias. Estarán en la final contra la formación de Benimagrell. Los de la capital han llegado muy lejos: nada más y nada menos que a recuperar el Joc de Carrer en el mejor escenario posible: junto al Palau de la Generalitat, frente a la Basílica de la Mare de Déu.

Ovación a Ximo Puig

Antes del comienzo del duelo se oye una ovación espontánea: Es Ximo Puig, el presidente de la Generalitat, que deja sus ocupaciones por un momento y quiere fotografiarse con los chavales. Y todos ellos posan satisfechos. No todos los días se tiene la oportunidad de acompañar a la máxima autoridad valenciana. Se oye la voz espontánea la lengua de La Marina: A vore si es nota en la pilota? Las cámaras de Levante-TV recogen opiniones y colaboran en difundir que este deporte siga vivo en el corazón de la ciudad y en el de muchos valencianos. Sin duda, fue un día para la historia de este deporte.