Raúl Herrera Durán, 43 años, nació en Alfara de la Baronía y decidió ser pelotari. Tenía manos. Gustaba a los puristas por su dominio técnico, por su criterio en cada golpe, por su elegancia. Le faltó poder físico para ser una primera figura, pero en los trinquetes de La Plana, en trío, se enfrentaba a los mejores. En su recuerdo, aquel trofeo San Pascual de Vila-real en el que, junto a Melchor y Tino, derrotó nada más a una pareja formada por Núñez y Sarasol II. Además de sus cualidades técnicas destacaba por su exquisito comportamiento, dentro y fuera de la cancha. Y por su desmedida afición. Siempre quiso estar vinculado a este deporte, aunque no de manera exclusiva: «lo primero que les digo a los chavales es que para ellos debe ser prioritario estudiar. La pilota es un deporte maravilloso para practicar después de una jornada de trabajo...»
«Hay que animarles a que se superen, a que tengan ilusión por llegar a lo más alto, pero tener siempre los pies en tierra. Yo jugaba después de trabajar por las mañanas. Hoy soy monitor de pilota después de cumplir con mi horario laboral. Vivir del deporte profesional es muy difícil», valora.
Raúl reconoce que los chavales tienen una ilusión desmedida mientras juegan competiciones escolares o federativas, pero que cuando llega el momento de dar el salto al mundo profesional muchos se desaniman: «los padres se gastan mucho dinero en desplazamientos y no se cobra ni para la gasolina. Entonces es muy difícil convencerles de que ese escalón requiere de un sacrificio especial€y vienen los abandonos». No es optimista con respecto al futuro del mundo profesional: «hay que renovar la afición, llenar los trinquetes, innovar€yo no tengo la solución pero algo hay que hacer porque no veo un futuro fácil€» Desde hace cinco años dirige también en Algimia, en su nuevo trinquete. Quizás ese adelanto de Algimia en la instalación haya sido la causa del abandono definitivo del proyecto, anterior del trinquete de su pueblo que hoy se considera una obra innecesaria.
