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Pelayo, una catedral rejuvenecida

El centenario trinquet de Valencia inaugura temporada con un cambio radical que aumentará sensiblemente el espectáculo y la comodidad de los espectadores

Pelayo, una catedral rejuvenecida

Pelayo se inauguró un 20 de agosto de 1868. Así es que hace unos días cumplíó la respetabilísima edad de 148 años. Tras el cierre, probablemente definitivo del esferisterio de Alba, ciudad del Piamonte italiano, inaugurado en 1857, el trinquet de la capital valenciana se convierte en el recinto deportivo en su uso originario más antiguo de Europa y probablemente del mundo.

Un título que, a pesar de todo, no parece cautivar lo que debiera a los valencianos, por la amargas palabras del su actual propietario, José Luis López que confiesa su decepción «por el escaso compromiso de las autoridades hacia este deporte y en concreto hacia este recinto. Al principio todo fueron buenas palabras y muchas fotos. Ahora todo son palabras vacías de contenidos…», argumenta el empresario.

Duelo estelar

Mañana abre sus puertas a la nueva temporada. Lo hace con una partida espectacular sobre el papel: Soro III y Jesús contra Marc, Pere y Héctor. El campeón individual, en pareja, frente a un trío comandado por la nueva perla de los trinquetes, el joven resto de Montserrat.

Pero mañana, además del cartel, hay otro motivo especial para acudir a Pelayo: estrenar la nueva presentación de la catedral, que, tras una millonaria inversión cambia no sólo de cara sino de esqueleto. Sólo se mantienen las cuatro paredes originales, perfectamente remozadas, al igual que el piso.

Se ha ampliado la superficie del dau para evitar un excesivo número de faltas del feridor. La cubierta, toda ella, es nueva, con ventanales corredizos que permitirán mejorar la luz natural de manera considerable, además de proteger para el frío y el calor. Las estructuras de las galerías de espectadores, cambiadas para ofrecer mucha mayor comodidad a los aficionados.

Ha cambiado también la iluminación artificial. La visibilidad de la pelota mejorará notablemente. El marcador electrónico, con todos los adelantos de la digitalización.

«Es un edificio del siglo XIX con vocación de responder a las necesidades del siglo XXI», afirma Arturo López, presidente de la Fundación impulsada por el dueño del recinto, y vinculada también a los destinos de esta instalación.

Todavía no podrán disfrutar los aficionados de las mejoras en la cafetería que recuperará los techos de hace siglo y medio, con las vigas de madera de mobila y ladrillos macizos de la época.

López, optimista

José Luis López se muestra orgulloso de haber duplicado en su primera temporada la media de espectadores. «Podemos sentirnos legítimamente orgullosos, — afirma— pero estamos convencidos de que de manera lenta pero continuada conseguiremos aumentar la presencia de aficionados. Queremos que Pelayo sea el trinquet referencial que siempre fue. Nada me hace más ilusión que soñar con verlo convertido en un centro social de primer orden en la capital valenciana, que sea un orgullo de nuestra identidad», apunta.

«Es muy importante fidelizar a la afición, que cada partida se incorporen algunos pero también hemos de ser agentes creativos, innovar, proponer novedades atractivas que sumen nuevos aficionados, sin olvidarnos de una atención especial al mundo escolar y al de los clubes, que deben tener en Pelayo una casa común», sentencia.

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