Por tercera vez en sus cuatro Juegos Paralímpicos, el ciclista Maurice Eckhard fue en la cuarta plaza en la contrarreloj individual. Con la única excepción del bronce alcanzado en Londres 2012, en el resto de Juegos Paralímpicos esa es la posición que ha ocupado en la contrarreloj individual. Así ocurrió en Atenas 2004, Pekín 2008 y ayer en Río.

Casi desde el principio de la crono, el ciclista de Paterna marcaba el tercer mejor registro en todas las referencias kilométricas: en el 5, en el 10 y en el 13. En todas, menos en la última. La que cuenta. La que dicta sentencia. Cuando entró en meta, aún era bronce. Pocos minutos más tarde, un competidor chino lo expulsó del púlpito más deseado. Y solo por 4 segundos. Un suspiro. De tristeza, en este caso. Casualmente, la misma frontera que separó a Jonathan Castroviejo de los metales en la misma especialidad durante los Juegos Olímpicos del pasado mes de agosto. Macabra coincidencia.

Nada más conocerse el resultado final, todavía sudoroso y jadeante, Maurice Eckhard, deportista aquejado de parálisis cerebral, se tomaba con filosofía la siempre desdichada cuarta plaza. «Lo mío son las diferencias escasas. En Londres 2012, fui bronce, pero me quedé a 1 segundo de la plata y a 5 segundos del oro. Aquí en Río, me ha faltado muy poquito para ascender al podio. Me gusta apurar», señalaba con cierta ironía el ciclista . Sobre el transcurso de la prueba, Eckhard señaló que había experimentado buenas sensaciones y que se había «vaciado encima de la bicicleta. Lo he dado todo, me he exprimido al máximo, pero al final no he podido repetir el podio de Londres. Una lástima».

Cabrera es quinto en jabalina

Sin trilogía mágica en Río. Tras el oro de Kim López en peso y el bronce de David Casinos en disco, el atletismo adaptado valenciano aspiraba a completa su particular tres de tres. Solo faltaba poner la rúbrica perfecta con otro metal. En este caso, procedente desde la especialidad de jabalina F13 (categoría de discapacidad visual). El encargado de conseguir el pleno de éxitos en la modalidad de lanzamientos era Héctor Cabrera, deportista nacido en Oliva y de 22 años de edad. El lanzador creciente. El atleta que convertía cada una de sus comparecencias en un paso adelante. El chico optimista y vitalista que transformaba en anacrónicas todas y cada una de sus anteriores actuaciones, pero Cabrera estuvo lejos de sus mejores marcas y fue quinto.