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Paco Vallejo. Maestro Internacional de ajedrez

"En ajedrez has de tener ganas de jugar y matar"

Considerado el mejor jugador español de la historia, este menorquín de 34 años acaba de firmar con el club de Paterna Laboratorios Sys

"En ajedrez has de tener ganas de jugar y matar"

A los diez años, Paco Vallejo era un niño como cualquier otro, le gustaba jugar con sus amigos, discutir con sus hermanos, curiosear por aquí y por allá, pero había una diferencia; por aquel entonces él ya era sub campeón del mundo de ajedrez, que se dice pronto. Hoy, a sus 34 primaveras, es una figura más que consolidada del panorama internacional, ha logrado lo que ningún español había conseguido jamás, como conquistar un mundial sub 18, alcanzar ese mismo número en el ránking mundial o mantenerse en la élite durante mucho tiempo, a la que llegó ya con 16 años cuando fue el Gran Maestro más precoz del ajedrez nacional.

Ahora, todos los practicantes y aficionados a este deporte en la Comunitat Valenciana están de enhorabuena porque desde el pasado viernes forma parte del club Laboratorios Sys con el que intentará en 2017 asaltar su sexto campeonato de España y cuarto de forma consecutiva. Pese a ello, Vallejo deja claro que siempre se ha enfocado más hacia el panorama internacional: «Nunca me he medido en el espejo de España. He sido pocas veces campeón, aunque ahora llevo tres seguidas, pero he jugado muy pocas veces el Nacional».

A lo que sí está acostumbrado es a medirse con los más grandes en todo el mundo. Ha vivido en Rusia, de donde es su novia, y conoce bien a campeones como Kramnik o Topalov que, más veteranos que él, siguen estando en la élite, aunque tal vez no con el mismo ímpetu: «la competición es muy dura y desgasta mucho. Aquí tal vez no hay lesiones como en otros deportes, pero sí cansancio físico y mental .Te puede pasar que te veas con poca frescura y te falte el hambre de victorias. Tienes que tener ganas de jugar y de matar. Si no tienes eso, es difícil estar arriba». Precisamente esto le ocurrió hace un tiempo cuando tuvo que retirarse algunos meses para volver a coger un ímpetu del que ahora goza: «Si sigo jugando como últimamente llegaré pronto al número 15 del mundo (ahora está sobre el 30). Creo que estoy jugando muy bien. Estuve más de 50 partidas sin perder, que ya es bastante», indica un Vallejo que en su juventud vivió la transición del entrenamiento con tableros tradicionales al ordenador. Unas máquinas que hoy son ya «imbatibles».

Instalado entre los 20 o 30 primeros desde hace ya varios años, Vallejo reconoce que incluso hasta los 100 primeros se puede vivir de este deporte. Eso sí, con grandes diferencias entre los cinco primeros y el resto y pone como ejemplo países como Azerbayán que dan un suelo de por vida a los que son Grandes Maestros como él. Aquí, en cambio, todavía queda mucho camino. Un rayo de esperanza es el proyecto de incluir el ajedrez en el currículo escolar: «Creo que sería algo bueno. A nivel de aprendizaje mental para los niños es muy útil y muy interesante. Te aporta, por ejemplo, mucha concentración, y eso te puede ayudar en otras materias y en tu vida». Y añade que otra ventaja en países como Rusia es que «los niños pueden aprender viendo a Kasparov a Topalov... que no es lo mismo que entrenar con otros, claro».

Vallejo se recuerda como un estudiante «no demasiado brillante» pero que «sí aprovechaba el tiempo, algo que otros no hacían». Ante el tablero, se define casi igual. Dice que es inevitable que, «con tantas horas la mente se te vaya a otro sitio, pero cuando vuelves tienes que lograr centrarte rápido». Muchos esperaban de él que fuera el Nadal del ajedrez, aunque él dice que sería más bien un «Feliciano López» porque nunca ha sido número uno mundial. Apasionado de la filosofía, sobre todo la oriental como el taoísmo, prefiere no darle demasiado importancia a las cosas. «Hay gente que entrenando diez horas diarias es feliz y juega muy bien y a mi me matarías si tengo que entrenar 10 horas diarias, lo que no quiere decir que no entrene porque como dicen las grandes figuras el talento muchas veces solo es el uno por cien. No tengo otras virtudes, pero sí tengo mucha pasión y ganas de competir y eso ya te impulsa mucho», sentencia.

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