Francesc Soro, treinta y dos años, es nieto del Tío Pena de Massamagrell, el hombre que maravillaba con su saque en las partidas de Llargues de l´ Horta, tiempos de los hermanos Pango de Rafelbunyol, y el que hubo de sufrir represión de cárcel tras la incivil contienda.
El abuelo Pena jugaba a pelota en San Miguel de los Reyes, con otros presos. Incluso se organizó una partida especial que contó con la presencia de fotógrafos que la inmortalizaron?Su hijo Batiste fue el principal rival de Rovellet en la Partida del Dissabte.
Pelotari elegante, de juego perfeccionista, dominador de los secretos de la Escala i Corda, en trío plantaba cara al mismísimo Tonín. «Mi juego es radicalmente diferente al de mi tío», puntualiza Quico. Su tío Manolo también se anunciaba en las partidas de segunda de este mismo trinquete. Todos se formaron en Massamagrell. Un nieto del Tío Pena jugará el próximo domingo, en la misma cancha donde triunfaron sus tíos Batiste y Manolo, su séptima final consecutiva.
Como a todos los niños, a Quico Soro lo que de verdad le gustaba era el fútbol. Valencianista al ciento por ciento, iba de la mano de su tío Manolo muchas tardes de domingo. De aquella época de su infancia recuerda un memorable partido en el que Sempere le paró un penalti a Koeman: «Regresé a casa muy feliz porque ganamos 1 a 0». Su ídolo en Mestalla era Fernando Gómez, « don Fernando», le llama.
Hasta que descubrió la vocación de la pilota cuando sintió correr por sus manos la dura vaqueta. Había oído hablar de las hazañas de su abuelo y de sus tíos y probó suerte. El veneno le atrapó de manera definitiva. Siempre contó con el apoyo de su familia, que eso sí, sabía recordarle que antes de todo, los estudios. Hoy, Quico tiene la carrera de ingeniero topógrafo. «Ahora estoy pensando en hacer un máster para actualizar mis conocimientos», afirma.
Dice que este deporte «necesita actualizarse. Han cambiado los hábitos sociales y hay que renovarse». Y concluye comentando la partida del domingo: «La veo muy jodida, con esas palabras. He visto a Puchol II en plenitud, tiene siete años menos que yo. Pienso que una vez en la cancha saldremos en igualdad . Intentaré hacer valer mi experiencia y el poder de mi resto. Envidio los rebotes de Puchol pero espero que no sea esa la jugada decisiva en el mano a mano. Esta especialidad es otra historia», concluye.
