Quiero despertar y volver al verano de 2014. Nuestro primer viaje los dos solos fue de Alabama a Laguna Seca. Éramos la felicidad en estado puro. A Daytona, dos veces, vino Nacho. A Wisconsin te acompañó Yerai. En Alabama, estaban también Cristina y Nacho.Era nuestra primera vez en ese circuito mágico que un año más tarde se volvió trágico: Laguna Seca. En medio de un parque natural, la carretera que lleva al circuito ya nos quitó el aliento. Luego caminar por «El sacacorchos», directamente la respiración.

Estabas haciendo historia como el primer piloto español en disputar el campeonato americano de Superbikes. La prensa valenciana lo sabía y te apoyó mucho.

Acabando 2012 firmé contigo para llevarte a correr en Estados Unidos, sin sospechar -jamás- en que circunstancias la vida me encargó luego traerte a casa.

Tras haber luchado mucho, mi carrera deportiva como piloto, se vio truncada por las lesiones de espalda. Tras haber luchado mucho más para recuperarme, mi espíritu se vió afectado.

Me habría quedado para siempre en California luchando por nuestro sueño. Sin duda, el verano de 2014 fue el verano de mi vida. La alegría y el orgullo que sentía ese año cuando os representaba y acompañaba a ti y a Aarón Polanco es indescriptible. Eráis, a mis ojos, el presente y el futuro del motociclismo valenciano. Volví a ser feliz en los circuitos, y fuera de ellos.

Me consuela que Dios quiso que me encontrase allí el día del accidente, justo un año después, pero el hecho de que nunca más te veamos con nosotros rompió mi corazón. La vida de tus padres, del amor de tu existencia, María, y de tus dos hermanos cambió para siempre. Pese a que estoy agradecido por la relación tan profunda y verdadera que formé con ellos como resultado de esta tragedia, todos querríamos tenerte aquí.

Este domingo, la Generalitat Valenciana, el Circuit de la Comunitat Valenciana y el Mundial de MotoGP te rinden un último homenaje, un homenaje póstumo.

Te dejaste la piel en cada curva de cada circuito y una de ellas llevará tu nombre: la número 8 de Cheste.

Recuerdo con cariño también a dos héroes anónimos que fueron absolutamente claves para que triunfases en América. Los empresarios valencianos Pablo Pales y Vicente Ballester que apostaron por ese chico de Alberic que tan difícil hacía el no contagiarse siempre de su entusiasmo.

Tú y yo juntos éramos como un motor que nunca paraba, pero en el momento más importante fueron ellos dos quienes lo alimentaron con su generosidad y confianza. El cómo logramos convencerles dos soñadores aún a veces me sorprende.

A la fuerza uno cambia y se convence de que deberíamos valorar la vida como tú lo hiciste. Deberíamos vivir tan libremente como tú lo hiciste. Deberíamos apreciarlo todo como tú lo harías, pero seguro que en cualquier momento volveré a dejar que una pequeñez me arrebate esa perspectiva. Y eso, precisamente eso, es lo que nos diferencia a los seres normales de los grandes campeones como tú.