El piloto valenciano Jorge Navarro cerró el domingo su etapa en el Mundial de Moto3 satisfecho por la tercera posición. Y muy contento porque, a partir de ahora, podrá suavizar su espartano régimen alimentario. Navarro ha estado sometido a una estricta dieta para mantener su peso por debajo de los 62 kilos, un esfuerzo teniendo en cuenta que su estatura (1,72 metros) está por encima del perfil medio de la categoría. Ha pasado hambre. El domingo, después de la carrera, se tomó su primera coca-cola en los últimos meses. Es lógico para un aspirante a campeón del mundo. Por arriba de ese pesaje, hay demasiado lastre sobre la moto para poder estar entre los primeros. Con su altura, o eres una pluma o no ganas. Hasta se liberaba del airbag del mono en algunas carreras para ahorrar 2 kilos, una medida más habitual en Moto3.

El paso de Navarro a Moto2 ha generado opiniones dispares en el motociclismo valenciano. Algunas voces, como la del excampeón del mundo Jorge Martínez Aspar, opinan que su salto a la siguiente categoría es «precipitado». Esta corriente es partidaria de que pilotos jóvenes como el vallbonense deberían tener más paciencia y aguantar, al menos, una temporada más en Moto3. Ganaría más carreras y reforzaría sus cimientos. Hay muchos casos de pilotos que dieron el salto y quedaron estancados. El valenciano Héctor Faubel, por ejemplo. Con 23 años fue subcampeón del mundo, tras jugarse el título con el búlgaro Talmacsi en Cheste, y a la siguiente subió de cilindrada. «Me equivoqué. Ahora, no lo haría. Me tendría que haber quedado para luchar por el Mundial», asegura. «Eso sí, Jorge lo tiene muy claro y es su elección», añade.

Después de estudiar seriamente la situación, Navarro y su entorno han encontrado más motivos en el lado de la balanza de Moto2 que en el otro. Primero, es un buen piloto. Por eso ha confiado el equipo Gresini en él para esta nueva etapa. Pero hay otro factor fundamental en su elección: su fisonomía. «Como otros pilotos, tiene el hándicap de la estatura y de la envergardura para Moto3, donde cada 3 kilos de más suponen perder un caballo de potencia», explica su preparador físico, Rafael Olcina. «Seguir un año más en la categoría baja era continuar con un régimen hiperestricto. La presión en este sentido va a ser menor. Además, creemos que ha exprimido su pilotaje en Moto3. Tiene ritmo y envergardura para dar el salto», asegura.

Mantener el volumen en un deportista de élite de 20 años, con un alto porcentaje de masa muscular producto de su dura preparación física, no es fácil. Jorge Navarro lo sabe muy bien. Nada de fritos, dulces y alimentos grasos. «Tiene un régimen alimentario personal basado en un test. Ni siquiera toma pasta, sino quinoa. Y mucha verdura. La carne, lo mínimo posible», explica Olcina. Un hábito alimentario ultrasano al que el piloto valenciano ha estado sujeto durante todo el año.

En Moto2, Navarro podrá moverse entre los 62 y los 67 kilos, peso límite para no perder velocidad en las carreras. En MotoGP, con motos menos ligeras, los pilotos pueden llegar hasta los 70 kilos, como mucho. Valentino Rossi está en los 67, Jorge Lorenzo en los 65, Marc Márquez en los 59. El más liviano es Dani Pedrosa, con sólo 51 kilos en la categoría reina. El caso del piloto catalán explica la complejidad del peso de los pilotos de motociclismo. En categorías más bajas, Pedrosa era un peso pluma. En MotoGP, le falta peso para calentar las ruedas. A su menudencia se le responsabiliza, curiosamente, de impedirle competir por ganar ahora el Mundial.