La instalación de Almussafes disfruta del hermoso azul de las paredes de juego y el granate del piso, pero sin gradas para los espectadores. Lástima. Las tierras valencianas, donde existe tanta afición a esta especialidad, no tienen un frontón digno para un acontecimiento de primer nivel. Ayer, además, hizo su aparición la humedad que en estos pisos sintéticos, finos y relucientes son un perfecto desperfecto para el juego. Conforme avanzó la mañana la humedad convirtió la pista en un peligro. Entre resbalones pero con una calidad y potencia excepcionales, Moro ganaba con solvencia y encaraba con facilidad el camino para alzar el título de campeón: 28-12, a un total de 41.

Adrián ya había amenazado con abandonar dando el título a su rival, pero así no se acaba una final. Fue el maestro Cervera quien tranquilizó a Adrián, le convenció de que un deportista como él nunca abandona así. Y Adrián regresó a la cancha el tiempo suficiente para que todos comprendieran que, efectivamente, allí era imposible jugar. Se consensuó suspender el duelo. Al respeto, Adrián manifestó ayer tras la partida, notablemente molesto, que la «final se jugará donde Moro y yo digamos, porque la Federació no pinta nada, como hoy se ha demostrado». A primera hora, Cervera ofreció un recital ante Cristian de Quart al que venció con rotundidad por 41 a 20. Recibió el trofeo de manos del director general de deportes, Josep Miquel Moya, acompañado de las autoridades locales y de su pueblo, Alaquàs. Todo un honor para un deportista ejemplar.