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El orgullo decano de Camporrobles

«Nos toman por pueblerinos, no saben los que cuesta competir tanto tiempo», señalan

El orgullo decano de Camporrobles

«A muchas mentes arcaicas les choca que las chicas jueguen al fútbol, pero si lo hacen bien y además ganan se genera una sensación de orgullo muy especial». Pese a que Verónica Palomares nació en Sinarcas conoce bien el sentir de Camporrobles. Desde hace 16 temporadas defiende la camiseta de su equipo de fútbol y, aunque al acabar el curso pasado decidió colgar las botas, hace unas semanas la convencieron para volver al césped. «Me tocaron la fibra, echaba de menos la rutina», admite «Vero».

Su historia es una más de las que explican el misterio del decano valenciano del fútbol femenino: El CD Camporrobles. Con el respaldo de un municipio que no supera los 1.400 habitantes, es el equipo femenino que más tiempo lleva federado, 22 años, de manera ininterrumpida, sin fusionarse con otro club, cambiar de sede o de nombre. Una hazaña.

Una de las principales culpables es la actual entrenadora, Mariví Sanglada. En 1994, tras probar un año como jugadora del CF San Vicente Valencia „embrión del Levante UD Femenino„, sedujo a un grupo de amigas del pueblo para formar un equipo de fútbol. Sólo un verano después, con ayuda del ayuntamiento y de la federación valenciana, el CD Camporrobles se inscribía en categoría regional. Todas sus jugadoras eran comporruteñas. Era el 8 de octubre de 1995. «Íbamos a Torrellano, a Pinoso, a Alicante... Nos recorríamos toda la Comunitat Valenciana y llegábamos mareadas a los partidos. Era todo muy familiar: Hacíamos bingos en el autobús, venían nuestros padres...», recuerda Mariví. En 1997 aquel equipo pudo ascender a Nacional, un reto inasequible por los recursos del club.

El CD Camporrobles, con una plantilla de 22 futbolistas, milita ahora en Primera Regional, categoría de la que nunca ha descendido. Eso sí, ha llegado competir en Autonómica (Segunda División B), donde se logró la permanencia pero se renunció a la plaza por los costosos desplazamientos.

En la actualidad, la ayuda económica de la federación, del ayuntamiento, las rifas y una voluntariosa directiva a los mandos de la gestión permiten que las futbolistas no tengan que pagar cuotas. Así se sufragan los 8.000 euros que les cuesta cada temporada. Un esfuerzo titánico que a Paco Medina nadie le tiene que contar. Entró como entrenador hace 18 años y ahora es el segundo de Mariví, su mujer. Además, es el chófer del autobús con el que cada 15 días las chicas viajan por las carreteras valencianas. «Cuando llegamos me quito el traje y me pongo el chándal», subraya.

Medina ha hecho de todo en el CD Camporrobles, incluido atar un colchón a su coche y pasarlo por encima del campo para alisarlo, cuando el García Berlanga era de tierra. «En algunos sitios nos toman por pueblerinos. No saben lo que nos ha costado competir tanto tiempo

con menos medios que los equipos de Valencia. Ellos tienen más jugadoras, más facilidades, aquí solo entrenamos los viernes», explica.

Estefanía Iranzo tiene 23 años, es portera y es la capitana. Vive en Elche, donde estudia, por lo que cada semana cruza 180 kilómetros. «Hace mucho frío, pero estoy deseando que llegue el viernes para despejarme con las compañeras», señala. Tuvo una oferta de Segunda, pero prefirió quedarse en «casa». «El nombre del equipo marca, hay quien te mira por encima del hombro, pero prefiero estar con mi familia y mi equipo». El orgullo de Camporrobles desde hace 22 años.

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