No importa el país de donde vengas, que idioma hables o la religión que sigas, el fútbol esta por encima de todos estos aspectos, se ha convertido en el único lenguaje universal donde el denominador común es el balón y se comparten sueños y emociones.

Es el deporte más popular del mundo. Para algunos simplemente un estilo de vida y para otros como en mi caso, mi trabajo, mi pasión, aquello de lo que no podría prescindir a día de hoy.

El fútbol entre muchos otros valores ayuda a sociabilizarse puesto que es un deporte de equipo, y como dijo el gran Alfredo Di Stefáno en su momento: «Ningún jugador es tan bueno como todos juntos». Para ello una debe relacionarse con las compañeras, no solo en los entrenamientos y partidos, está bien romper con la rutina diaria y salir de vez en cuando a cenar con las compañeras, tomar algo, o por ejemplo como hacemos nosotras muy a menudo, ir al cine.

Hace un par de semanas incorporamos al equipo a Ida Rebecca, jugadora procedente de Costa de Marfil, la cual solo habla francés. Apenas pronuncia palabras en inglés, por lo que nos es bastante complicado comunicarnos. Lo hacemos a base de gestos o, tanto ella como nosotras, al haber aprendido las cuatro palabras básicas para poder ir tirando. Al primer entrenamiento vino con un hombre el cual le traducía cada cosa que se le decía pero a partir de ahí, las jugadoras somos inteligentes, y aunque no sepa lo que se le dice en español, cuando el entrenador se dirige a ella es capaz de entender lo que se le esta pidiendo en el campo.

¿Cuantos equipos profesionales tienen multitud de jugadores hablando distinto idioma? Diría que prácticamente todos. Recuerdo cuando fiché por el equipo de Estados Unidos como fue el primer desplazamiento con el equipo. El viaje en autobús duró unas 7 horas, las cuales prácticamente me pasé durmiendo cada una de ellas por culpa del jet lag. Cuando parábamos, seguía a mis compañeras y me dedicaba a hacer lo mismo que ellas. Una vez en el hotel, preparándonos para ir a dormir a duras penas me salían las palabras. Mi inglés era el básico del colegio y creo que esa noche me pudo el cansancio pero a partir de entonces, y una vez perdido el miedo al «con mi inglés no me van a entender», no había quien me parase.

Querer es poder, no hay nada como ser valiente y salir de la Zona de Confort a aquella, en la que los sueños se hacen realidad y para muchos/as de nosotros/as, con este lenguaje universal, un balón en los pies, y ¡a jugar!