Casi una quimera supone escapar del desencanto en Mestalla, sometido el valencianismo en las dos últimas temporadas a un sufrimiento implacable. Lo intentó ayer un Gayà omnipresente, cerrando en defensa para cortar un gol del Sporting; llegando y centrando desde el extremo izquierdo decenas de veces; siendo objeto de penalti por parte de Vesga...que desaprovechó Parejo. Así trascurrió una tarde plomiza ayer en Mestalla para Gayà, que recibió el reconocimiento unánime de la grada por su descomunal esfuerzo por escapar de la mediocridad, y que expresó la pena reflejada en la imagen tomada por J. M. López (arriba) porque sabía que su equipo, por enésima vez, estaba defraudando la confianza de la hinchada.

El Valencia ha perdido la chispa en ataque que disfrutó ante el Espanyol, el Athletic o el Real Madrid. La baja de Nani, caído ante los de Zidane, pesa demasiado. Sin la pausa y el control de los tiempos del internacional portugués, se han difuminado todos los demás: pasado Zaza de revoluciones, impreciso Orellana y apagado repentinamente Parejo, el ataque se ha hecho previsible. El Valencia ni siquiera se dio cuenta ayer de que tenía pista libre en su extremo izquierdo, habilitado por Douglas, pero poco aprovechado por Munir si bien Gayà sí le sacó todo el jugo. A Munir se le hace muy largo el campo cuando actúa de interior y, sin embargo, mejora dentro del área. Como en el gol, catártico para él, pues venía de otra actuación gris y el tanto, ya en posición de segundo delantero, lo reactivó. En ese último tramo, Voro retiró a un central, Mangala, y dio paso a Bakkali de extremo izquierdo, lo que permitió colocar a Munir de segunda punta junto a Zaza. El centro desde la derecha de Cancelo, en apariencia intrascendente, lo cabeceó desde lejos el hispano-marroquí. Hasta él se sorprendió de la potencia que adquirió el balón antes de colarse en la meta de Cuéllar.

El Sporting se había adelantado por medio de Cop tras aprovechar el rechazo de Diego Alves a un disparo de Burgui, mal tapado por Garay en una contra rojiblanca. El gol del Sporting era una puñalada para un Valencia ansioso tras haber errado el penalti Parejo: tiró a romper al lado natural para un diestro, el palo izquierdo, pero voló Cuéllar y desvió la pelota. A Parejo le entraron las dudas en el penalti anterior dilapidado en El Sadar y quiso asegurar con un tiro potente, finalmente adivinado.

Carlos Soler cumplió como mediocentro defensivo, aunque no estuvo bien asistido por el resto de los centrocampistas. Santi Mina y Bakkali le dieron algo de aire al ataque local, pero a Zaza le faltó aplomo en los controles y en los remates, como reducido tras la amarilla de la primera parte. Lejos de congraciarse con su gente, el Valencia sigue cercado por la desesperación y el desencanto.