El entrenador del Valencia Basket Pedro Martínez Sánchez (Barcelona, 19-6-1961) afronta hoy el reto de superar las 400 victorias que ya atesora a nivel personal en su carrera en la Liga Endesa. Mucho ha pasado desde el 10 de marzo de 1990 donde cogió las riendas del Joventut de Badalona tras el despido a Herb Brown y sumó su primer triunfo tras doblegar al CAI Zaragoza de Mark Davis o los hermanos Arcega. Ese día comenzó a cimentar un camino que le ha permitido llegar a la cifra redonda de las 400 victorias que tan solo ha podido superar el históricos Aíto García Reneses.

«Es un entrenador de referencia con valores de ética de trabajo y de gestión de grupo muy positivos en todos los sitios donde ha estado». Son palabras del seleccionador nacional Sergio Scariolo quien precisamente fue víctima de Pedro Martínez en la final de la Copa Korac de 1990. Hasta en once clubes el entrenador catalán ha expandido carrera en la Liga Endesa. Muchos son los jugadores que ha entrenado y gran número también los asistentes que ha tenido a su cargo y que posteriormente forjaron su carrera en solitario. Uno de ellos ha sido el madrileño Ángel González Jareño quien ha sido pupilo entre otros de Brabender o George Karl y que trabajó con el técnico catalán en Sevilla. «Es una persona muy constante, fiel a su baloncesto y exigente para que se cumpla. Es capaz de conseguir muchas cosas de sus jugadores sean del nivel que sean porque mantiene siempre su idea», apunta el preparador madrileño. El pívot senegalés Savané, actualmente en las filas del Estudiantes, tiene en su haber, el ser el jugador que más temporadas ha entrenado Pedro Martínez tanto en Tenerife como en Gran Canaria.

«Es un hombre muy duro y exigente en su trabajo. La constancia que impone para sacar el máximo de los jugadores te impide relajarte y te hace acostumbra a cuidar todos los detalles. Pedro es sin duda una de las razones por las que juego todavía al baloncesto ahora mismo», reconoce el veterano jugador de 38 años.

El base del Zaragoza, Tomás Bellas también enfatiza su adicción al trabajo. «Muchos jugadores que han pasado por sus manos han pasado a equipos grandes. Su seña de identidad es la constancia pensando más en su equipo que en el rival» reconoce el base madrileño. Su leyenda sigue viva.