En las calles de Xàbia jugó el el rey Felipe III cuando era príncipe; en Benissa, 1609, hay constancia de una revuelta de los moriscos de Xaló mientras se jugaba una gran partida; en Murla nació el Nel, que introdujo la cuerda en los trinquetes a principios del siglo XX; de Dénia procede la familia de Rovellet; en Ondara se inauguró en noviembre de 1956 el primer trinquete iluminado, y allí se grabaron las únicas imágenes del NO-DO dedicadas a esta manifestación deportiva. Hay decenas de testimonios que certifican la grandeza de este deporte en la comarca de la Marina, que así la conocen los más viejos desde Ondara a la Vila. No es de extrañar que en tiempos antiguos fuera común el afirmar que «A la Marina les dones no parixen xiquets, parixen pilotaris€». Y el pasado domingo, Rodrigo de Benidorm, deportivamente Pere Roc, en honor a su abuelo pelotari, y Félix de Dénia, conquistaron para honor de la comarca, la más grande de las competiciones por equipos de nuestro deporte. Es la primera vez que un resto de aquellas tierras conquista el máximo título.

Desde el legendario Nel de Murla es muy larga la lista de jugadores profesionales surgidos de sus pueblos. Quedémonos con una selección en la que sin duda faltará alguno, pero de la que no saldría nadie si hablamos de Rovell de Dénia, Peris de Ondara, Xato de Pedreguer, El Xiquet de Gata, Rodriguez de Poble Nou, El Ripo, Alberto de Pedreguer, Albert de Ondara, Ramiro de Benissa, Feliu de Benissa, Blanquet de Benissa, Tenere de Sanet.. anteriores a la eclosión de la última década.

La labor de los clubes ha sido fundamental para el sostenimiento de escuelas y el brotar de nuevas figuras. Al calor de las iniciativas de Orba de hace una década se han consolidado competiciones en todas las categorías y modalidades que han dado sus frutos.

Sin embargo no faltan las voces que alertan del peligro que se cierne sobre el futuro de muchos clubes: «nuestras canteras están al servicio de una estructura que nos arranca a los chavales demasiado pronto. Eso empieza a notarse en el descenso de ilusión en el trabajo de los clubes que también merecen disfrutar de sus chavales y del esfuerzo de sus monitores, red de profesionales con contratos laborales a los que hay que cuidar y proteger», sentencian.