Massalfassar, 17 horas de una tarde de sábado. El pueblo que más títulos atesora en la historia competitiva de la Galotxa disputa una partida importante contra Montserrat, otro de los clásicos. Hace unos años hubiera congregado a decenas de espectadores, fieles a su cita con el deporte del pueblo. En los bares del pueblo, tiempos de Federico, El Nano, El Seco, Jesús, Tonet, Ramonet, Victor, Ximo y tantos y tantos otros, la tertulia preferida era comentar la marcha del equipo local. Eso ha pasado a la historia. El club de Massalfassar ha aportado jugadores de nivel profesional... Ahí está Javi, considerado como uno de los mejores mitgers del momento€ Ahí está el joven Carlos, técnico y elegante como pocos, luchando por abrirse camino en los trinquetes, con un mercado exiguo y cerrado. Carlos ha reservado los sábados con el vecino club de Foios, por una recompensa que le permita, pagarse los gastos. Javi, el Moro, número uno del momento, juega en Quart de les Valls, para liderar sin problemas la clasificación.

Desde Montserrat dicen que es «difícil» encontrar soluciones a un cambio generacional y social muy profundo. «Tenemos más jugadores que nunca, pero la afición tiene muchas más ofertas de ocio donde acudir», remarcan. Desde Meliana recuerdan que, desde hace años «tenemos más publico en las partidas de niños y niñas que en las de los del primer equipo. Hace veinte años teníamos dos equipos y cien espectadores. Ahora tenemos cien jugadores pero pocos espectadores. Preferimos esto», sentencian.

Algunos se quejan de que las escuelas trabajan «para que a los catorce años se los lleven a un camino en el que el club queda relegado al último lugar. Eso nos quita muchas ilusiones€», afirma un monitor local. Para algunos, la falta de espectadores podría suponer una desmoralización y un abandono de dirigentes y sus dramáticas consecuencias para el futuro en general de este deporte.

Sin embargo, se alzan voces esperanzadas: «podemos hablar de crisis de espectadores, de dificultad en encontrar dirigentes, pero hay más clubes y jugadores que nunca. Con un poco de ayuda multiplicaríamos nuestra presencia y nuestro trabajo. Habría que caminar hacia la profesionalización de los clubes», sugieren.