Hace más de treinta años un maestro de orígenes albaceteños (Caudete), que nunca vio jugar a pelota en el pueblo de sus padres, y que, según confiesa él mismo, «era futbolero», descubrió los valores del Joc de Pilota. Su primer destino fue Sax. Su segundo, Torrent, en el colegio Lope de Vega. Y allí, en el viejo trinquet que regentaba Natalio, Gabriel Martínez Martínez, de 62 años, comenzó su historia de amor con la pelota valenciana. «Supe enseguida que este deporte era el que quería para mis alumnos. Ahora que está de moda hablar de educación inclusiva, puede afirmarse que entonces, hace más de 30 años, descubrimos que la pilota es un juego ideal, porque iguala al dotado físicamente, con el menos dotado. Todos pueden jugar y todos disfrutan de él. Por eso me apunté enseguida en los cursos que ya entonces se organizaban para ser monitor de pilota».

Gabriel Martínez, que fue uno de los alumnos cuando se inauguró el colegio Rodríguez Fornos, del barrio de Patraix, volvió a sus aulas como maestro. Y allí aplicó todo su entusiasmo. Y del Rodríguez Fornos han salido muchas generaciones de niños y niñas que han tenido en la pilota un deporte cercano. «Necesitamos maestros comprometidos con la pilota valenciana. La administración puede ayudar, pero en el día a día es necesaria la figura del maestro aficionado, que sepa inyectar ese interés€».

Es lo que ha estado haciendo siempre. Y que hace incluso después de estar jubilado por una grave enfermedad que felizmente ha superado. «Preparé un programa de colaboración al equipo directivo que se me aceptó. Ahora, a la hora del recreo, acudo todos los días para que jueguen en el minitrinquet los alumnos de segundo a sexto de primaria. Ellos se lo pasan de cine€ y yo disfruto con ellos», afirma. Recuerda una idea que considera primordial: «las instalaciones deportivas de los colegios deben estar abiertas los fines de semana. Sería una medida de promoción social de enorme valor», proclama.

Ayer, compañeros, Federación, Generalitat, jugadores profesionales, alumnado y familiares le dedicaron un sencillo pero sentido homenaje. Fue toda una sorpresa: «Me podíais haber avisado y no hubiera acudido con pantalón corto€», dicen que expresó cuando se vio la algarabía. Han bautizado el minitrinquet del colegio Rodríguez Fornos con su nombre.