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Perfil: Pedro Martínez

Solo falta gritar ¡campeones!

El entrenador barcelonés, de 55 años, ha recuperado la fe de un equipo que ha perdido dos finales en una temporada magnífica. Debería estar renovado desde el día que jugó la final de la Copa del Rey. Es sentido común

Solo falta gritar ¡campeones!

Valencia Basket puede culminar dentro de unas horas la que ya es -de largo- mejor temporada de su historia. Está a una victoria de ser campeón de Liga ACB. Por primera vez en 30 años. En febrero, estuvo a punto de ganar la final de la Copa del Rey en un partido marcado por la aparición extraterrestre de Sergio Llull. Dos meses después, se quedó a unos minutos de levantar la Eurocup al cielo de La Fonteta. Aquella noche de cuchillos largos, una de las más tristes que ha vivido la fábrica de sueños, nadie en el pabellón imaginaba el desenlace histórico que está a punto de producirse. Ya en tiempo de play-offs, el equipo que dirige Pedro Martínez consiguió recuperarse del tremendo golpetazo anímico que supuso caer ante Unicaja y, exhibiendo músculo defensivo en los partidos disputados en casa, no tuvo dificultades para eliminar a clubes con mayor presupuesto y profundidad de plantilla como son Barça y Baskonia. En la final ha sublimado el método. Nadie discutirá que Valencia Basket ha sido claramente superior al Real Madrid en el global de la eliminatoria, barriéndole de la pista en los dos últimos cuartos del partido disputado el pasado miércoles.

La renta definitiva de 17 puntos convierte al defensor del título en un rival si cabe más peligroso. Llull y Felipe Reyes ya han zarandeado en zona mixta a sus compañeros de vestuario, incapaces de igualar el hambre y el baloncesto coral del aspirante. Subestimar el corazón del campeón sería un pecado mortal para cualquier equipo. Un error fatal que no cometerá Valencia. Tras el 2-1, Pierre Oriola -uno de los grandes «robos» del mercado de fichajes en el pasado verano- repetía el mantra escrito en la pizarra del camarín local: «Nada de celebraciones, queda una. Una más».

La prudencia pública -y privada- de Oriola es el reflejo inequívoco del talante de su entrenador. No es el único aspecto que ha conseguido inocular en sus jugadores. En sus dos temporadas como primer entrenador taronja, Pedro Martínez ha implantado un estilo propio que el grupo exhibe al máximo precisamente ahora que está a punto de «campeonar». Valencia Basket es un equipo que se pasa la pelota en el mejor sentido de la expresión, que corre siempre que puede, que defiende al límite, que rota sin pensar en egos ni estadísticas individuales. Alguna de estas características, por cierto, le viene muy mal al Real Madrid, poco acostumbrado a correr hacia atrás o defender durante más de 15 segundos.

Se han hecho tan bien las cosas -dentro y fuera de la pista- que sería una lástima estropearlo en el epílogo, sobre todo si esta noche Rafa Martínez levanta la ACB por primera vez en la historia de La Fonteta. El entrenador debería estar renovado desde que concluyó la final de Copa en febrero. Si no sigue porque él no quiere, seguro que tiene ganas de explicarlo. Si no sigue porque el club no quiere, seguro que tiene ganas de explicarlo. Si hay alguna opción de que siga, seguro que Juan Roig sabe qué hacer. Pero, eso sí, cualquiera que sea el escenario que se produzca, que sea después de que Valencia grite el ¡campeones! Ya habrá tiempo para todo lo demás. Un equipo cuya fórmula del éxito está basada en la importancia del grupo perdería parte de la fuerza si priman las individualidades. No se gana la Liga todos los días.

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