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El deporte de los Pereira

Los 3 hermanos karatecas

Belén, Pablo y Sonia son hermanos y los tres practican el karate con suma destreza. Cada uno, en su peso y categoría, es internacional con España y apuntan muy alto. Subrayan la marcialidad de este deporte por encima de todo. Y llevan en la memoria, siempre, a su primer «sensei», Miguel Muñoz, ya fallecido.

Los 3 hermanos karatecas

El karate es un tema de conversación inevitable en casa de los Pereira, el kimono es una prenda fija en la la lavadora y las artes marciales son los deportes más seguidos en los Juegos Olímpicos. Los tres hijos de la familia (Belén, Pablo y Sonia) practican con orgullo este deporte y, además, lo hacen con suma destreza. Los tres apuntan muy alto y aspiran, algún día, a estar en unos Juegos Olímpicos. Ni fútbol, ni baloncesto ni balonmano. Los Pereira practican karate, el deporte familiar por excelencia. «Nos introdujo mi padre, porque es un deporte que transmite disciplina y valores como tener seguridad y ganar autoestima. Sin olvidar, que nos sirve como autodefensa», coinciden los tres.

Belén fue la primera en vestirse el kimono, con 7 años. Le siguieron Pablo, con 4, y Sonia, que se inició con solo 3 años. «El karate no solo es un deporte, sino que te forma como persona. Te hace competitivo y, a la vez, considerado y respetuoso con el adversario, ganemos o perdamos. Eso no para pasa en la mayoría de deportes», aseguran los hermanos, que pertenecen al Club Nisente Nashi de l´Eliana, uno de los clubes decanos de la Comunitat Valenciana. En realidad, hablamos de un deporte con más popularidad de lo que dicen las apariencias. En España, practican el karate unas 100.000 personas, de las que 65.000 son federadas. Muchos más que en natación o balonmano, por ejemplo.

Quién que mejor que los Pereira para hablar de los valores del karate. «Pese a ser un deporte de competitividad, el karate crea buenos lazos de amistad y compañerismo. No dejar de perder su marcialidad y acabamos el combate sin ninguna animadversión y como buenos amigos que somos. El contrincante no es el enemigo, es un amigo al que respetar y valorar», explican.

La figura de José Luis, el padre, explica, efectivamente, el amor de estos tres jóvenes por el karate. Es el responsable de que el deporte del kimono tenga tanto peso en la vida de sus hijos. «Él siempre nos ha motivado y ha estado ahí en los momentos buenos y menos buenos de nuestra vida deportiva. Siempre nos ha inculcado el compromiso y la superación», indican. «Nuestro padre asiste con nosotros a cualquier parte del mundo. Es nuestro fan incondicional y mayor animador», añaden.

Las conversaciones sobre el karate en casa, lógicamente, son frecuentes. «Hablamos mucho, es normal. El karate forma parte de nuestro día a día, tanto entresemana por los entrenamientos como los fines de semana por las competiciones. El que más habla de karate es mi padre», reiteran los tres hermanos, que no compiten entre ellos por diferencia de edades y de pesos. Eso sí, entrenan juntos.

Los Pereira progresan con firmeza sobre el tatami. Poco a poco, van cumpliendo sus objetivos. Belén, la mayor, superó una lesión y hace unos meses se reincorporó a la competición. Participó en el pasado campeonato de España de clubes en Guadalajara. Paco y Sonia, miembros de la selección nacional, tienen claro ahora su próximo objetivo: ser seleccionados para pariticpar en el Campeonato del mundo, en Tenerife, en octubre.

El esfuerzo tiene su recompensa y los hermanos Pereira lo saben. El sacrificio es una parte fundamental para su progresión en el karate. «Hemos sido tan constantes en asistir a los entrenamientos que algunos días, aunque no asistamos a clase por estar enfermos, no faltábamos al entrenamiento», explican. «En algunos entrenamientos de invierno hacía tanto frío y mal tiempo que, a veces, éramos los únicos que estábamos en clase junto al profesor, mientras que el resto se había quedado en casa», recuerdan.

La figura de José Luis, el padre, es relevante. Pero hay otra referencia en la trayectoria de los Pereira. «Siempre que hablamos de recuerdos, no podemos dejar de acordarnos de nuestro primer Sensei, Miguel Muñoz, que nos inició en el karate y fue premonitorio cuando dijo a Pablo, a los 6 y 7 años, que le veía con facultades para ir a un Mundial», recuerdan. No se equivocó. Pablo fue a su primer Mundial, en Malasia, con 13 años. El día que competía, Miguel fallecía tras un tiempo enfermo.

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