Los presidentes de la Federación Española de Fútbol (RFEF) y de la Federación de Fútbol de la Comunidad Valenciana (FFCV), Ángel María Villar y Vicente Muñoz, respectivamente, dejaron una herencia envenenada en Catarroja: un estadio, el Mundial 82, en estado ruinoso tras 30 años de concesión a ambas federaciones, que tuvo que ser cerrado por el ayuntamiento por sus graves deficiencias. Una vez pasó de nuevo a ser propiedad del municipio valenciano en 2015, el consistorio descubrió, además, que había estado funcionando durante todo ese tiempo sin licencia de actividad. Mientras Villar está detenido por administración desleal, corrupción entre particulares, falsedad documental, apropiación indebida y alzamiento de bienes por sus funciones al frente de la RFEF, su colega en la territorial valenciana está investigado por supuesta administración desleal. Las pesquisas de la Guardia Civil relacionan la actividad de su agencia de viajes (Vacança) de Catarroja con los delitos que se le atribuyen a Villar.

El estadio de fútbol Mundial 82 fue construido por la RFEF sobre suelo municipal, a cargo de su explotación por parte de la FFCV, en 1984, a cambio de traspasarlo al ayuntamiento de la localidad 30 años después. Durante un tiempo fue sede de partidos de selecciones autonómicas de diferentes categorías y de partidos de categorías nacionales. Además, el usufructo durante todo ese tiempo fue para el Catarroja CF, club que presidió en su día Vicente Muñoz, que a su vez es de la localidad de l´Horta Sud. Los dos organismos presididos por Villar y Muñoz no cumplieron con las mínimas condiciones de mantenimiento. Así lo certificó una auditoría realizada por el ayuntamiento, que instó a la federación a cerrar el recinto después terminar la concesión de tres décadas. No tenía otra salida el consistorio del que Jesús Monzó (Compromís) es alcalde. Cumplido el plazo de la concesión, el estadio estaba muy deteriorado y la dos federaciones no contestaron a ninguno de los escritos enviados para formalizar el retorno de su propiedad al ayuntamiento. «Hubo una grave falta de seriedad. No hubo interlocutor y no tuvimos más remedio que cerrarlo. La responsabilidad pasó a ser nuestra. Nos dejaron un problema muy gordo», asegura Monzó.

Ante el silencio de ambas federaciones sobre un posible interés para renovar el acuerdo -que no habría existido ya que el consistorio lo habría sacado a concurso público- el municipio emitió un informe sobre el estado del recinto. Las cuatro torres de hierro están oxidadas y en peligro de derrumbe, la instalación eléctrica sufría derivaciones, los vestuarios estaban desconchados y había grietas en las gradas, entre otras deficiencias. Más de 200 niños de la escuela del Catarroja CF lo utilizaron en aquella situación «peligrosa para la integridad de las personas», según el auditor. Unos desperfectos valorados en cerca de 400.000 euros ya invertidos por el ayuntamiento y otras administraciones. El Mundial 82 será reabierto antes de octubre.