Hace doce meses, el Villarreal afrontaba el arranque liguero en un estado de inestabilidad preocupante. Traumatizado por el despido de Marcelino García Toral, eliminado de la Champions por el Mónaco y asediado por las lesiones, el equipo de Fran Escribá viajaba al Nuevo Los Cármenes de Granada con la obligación de dar un golpe sobre la mesa para reivindicarse. En contra de lo esperado, un año después, el submarino alcanza el estreno competitivo este año también asediado por las dudas y con la necesidad de un buen resultado que espante a los fantasmas.

La estabilidad en el banquillo con la continuidad de Escribá, y los retoques de la plantilla, con los fichajes de Semedo, Ünal y Fornals, se han visto empañados por una pretemporada irregular, la plaga de bajas para el enfrentamiento del Ciutat de València y la marcha de hombres claves en el sistema de Escribá como Jonathan dos Santos y Soldado.

Por eso, el equipo confiará hoy en su último refuerzo, el cedido Carlos Bacca, para recuperar sensaciones. Escribá señaló el sábado que el colombia está en condiciones de jugar los 90 minutos. No sería raro que el delantero formara pareja en la zona ofensiva con Nicola Sansone.

Los expulsados

Una forma de paliar las bajas que acumula el conjunto de la Plana para el duelo de esta noche. Bakambu y Castillejo, expulsados en la última jornada de la pasada campaña en Mestalla, se pierden el encuentro. Tampoco estarán, en esta caso por lesión, hombres habituales: Asenjo, Mario Gaspar y Bruno Soriano. A ellos hay que sumar a Cheryshev, aún recuperándose de su lesión en el recto anterior derecho, y Adrián Marín.