En el fútbol, al justicia cuenta bien poco. No siempre gana el mejor, ni la insistencia tiene premio. El Villarreal ofreció ante el Espanyol, sobre todo en la segunda mitad, una de sus mejores versiones de la temporada. Pero la falta de acierto condenó a los amarillos, que no pudieron sumar su cuarta victoria consecutiva, la tercera en Liga.

El Espanyol, agazapado atrás, aún conectó algún golpe en el primer acto, pero en la reanudación se dedicó a apretar los dientes, encerrarse atrás y buscar una contra que definiera el partido. Su recompensa fue un punto que siempre suma. Por su parte, el submarino se marchó con la sensación de haber sido estafado. Los buenos deberían ganar siempre, pero la vida no se escribe así.

Por ahora, a la espera de Bruno Soriano, el conjunto amarillo camina al ritmo que le marca Samu Castillejo. El malagueño, descarado y atrevido, reclamó penalti en el minuto 10 por un posible derribo de Javi Fuego en el área visitante.

Llegaron dos ocasiones amarillas más, pero el Espanyol no quería perder el tren del partido, y cuando se veía rodeado, lanzaba algún zarpazo para liberarse de la presión. Barbosa, salvador, sacó una mano para mandar el esférico a la esquina.

Tras el descanso, el equipo de Quique Sánchez se pertrechó para aguantar el chaparrón. Cedió la iniciativa a un Villarreal al que le condenó su falta de puntería. Dueños del esférico y lúcidos e la creación, a los locales les restaba no saber resolver.