ignoro qué sucede con Boateng. No hay secretaría técnica infalible, pero tampoco me parece normal aceptar el fracaso del fichaje más caro habiendo disputado tan sólo cuatro ratos. Tiene 21 años, es internacional sub-20 y se le trajo como apuesta de futuro. Y es que, aunque el Moreirense tenga el nivel de un club del montón de nuestra Segunda, el ghanés fue titular y regular. Disputó 67 partidos en dos años y enchufó trece goles, que no son muchos, pero seguro que Tito le vio otras virtudes. Muñiz, sin embargo, no lo tiene tan claro: tras nueve jornadas, ha jugado 130 minutos, sin la continuidad con que sí ha contado Alegría, por ejemplo.
Se rumorea que el Llevant retoma la búsqueda del «9 de garantías». Es un error. Como ya expliqué, el concepto «9 de garantías» es una memez: si el gol estuviera garantizado, el fútbol no existiría. Se suspiró por Lucas Pérez. Era él. Hoy lleva dos goles, uno de penalti, y el Dépor está tres puntos por debajo. Desgraciadamente Nano será baja hasta enero, pero creo firmemente dos cosas: que Alegría y Boateng pueden dar un rendimiento óptimo hasta el regreso de Roger. Y que los delanteros no tienen la culpa, en absoluto, de la crisis de fútbol que el Llevant inició en el Villamarín y frenó, al fin, en la segunda parte ante el Getafe.
¿Qué sucedió para que todo cambiara de repente? Jefferson Lerma es el futbolista más decisivo de este once, un jabato hoy por hoy insustituible. Es cierto que el día de la Real ya no estuvo, pero el 3-0 fue engañoso, reconozcámoslo. El partido siguiente, en el Villamarín, el equipo ya se cayó sin el colombiano. El Llevant perdió el equilibrio y los compañeros que dan lo mejor de sí mismos al lado de Lerma se empequeñecieron sin sus coberturas, sin los metros de césped que barre, sin su presencia ni sus balones robados, sin la circulación inteligente, cuando se tercia, etcétera. Lerma forzó para volver ante el Espanyol, pero, como en la primera parte ante el Getafe, sacrificó su potencial en la medular para cubrir los desajustes del carril derecho. Como decía mi madre: «Desvestir a un santo para vestir a otro». Muñiz reaccionó tras el descanso: apuntaló la defensa con Pier en el lateral, liberó a Lerma en su posición natural, donde agiganta sus prestaciones, y metió a Bardhi, con su talento imprescindible. Y el Llevant, al fin, recuperó un ápice de firmeza defensiva, control de la medular y chispa en ataque y volvió, por tanto, a parecerse al de las primeras jornadas.
Boateng apunta hoy a titular en Girona. Esperemos que tenga oportunidades para demostrar por qué Tito apostó por él de forma inequívoca. También que Muñiz aproveche la reacción ante el Getafe para consolidar las virtudes que el equipo ha demostrado tener. Y que todos abandonemos la obsesión por el «9» y nos centremos en recuperar nuestra seña de identidad: el fútbol de equipo, intenso y contundente.